Índice :
El Renacimiento .........................................................pág. 1
El Humanismo..............................................................pág. 2
El Luteranismo............................................................pág. 6
Guerras de Religión en Alemania.. ........................pág. 10
Reformadores importantes.....................................pág. 12
Calvinismo y Anglicanismo........................................pág. 13
Reforma dentro de la Iglesia :
Concilio de Trento..............pág. 14
Congregación Índice..........pág. 16
Renovación de órdenes.....pág. 16
La espansión Misionera.....pág. 17
Las Guerras de Religión....pág. 18
Paso de la Reforma a la Revolución Francesa.. ......pág. 19
Concilio Vaticano I......................pág. 20
Concilio Vaticano II....................pág. 21
Una Iglesia esperanzada : presente y futuro.........pág. 23
1. RENACIMIENTO
El
Renacimiento es el periodo de la historia europea caracterizado por un renovado
interés por el pasado grecorromano clásico y especialmente por su arte. El
renacimiento comenzó en Italia en el siglo XIV y se difundió por el resto de
Europa durante los siglos XV y XVI. En este periodo, la fragmentaria sociedad
feudal de la edad media, caracterizada por una economía básicamente agrícola y
una vida cultural e intelectual dominada
por la Iglesia ,
se transformó en una sociedad dominada progresivamente por instituciones
políticas centralizadas, con una economía urbana y mercantil, en la que se
desarrolló el mecenazgo de la educación, de las artes y de la música.
Desde
el punto de vista de nuestra religión, el clero renacentista, particularmente
su más alta jerarquía, ajustó su comportamiento a la ética y costumbres de la
sociedad laica. Las actividades de los papas, cardenales y obispos apenas se
diferenciaban de las usuales entre los mercaderes y políticos de la época. Al
mismo tiempo, la cristiandad se mantuvo como un elemento vital y esencial de la
cultura renacentista. Predicadores como san Bernardino de Siena y teólogos o
prelados como San Antonino de Florencia, gozaron de gran prestigio y fueron
venerados. Además muchos humanistas se preocuparon por cuestiones teológicas y
aplicaron los nuevos conocimientos filológicos e históricos para estudiar e
interpretar a los Padres de la Iglesia.
El acercamiento
humanista a la teología y a las Escrituras se puede observar desde el erudito y
poeta italiano Petrarca hasta el holandés Erasmo de Rotterdam, lo
que tuvo un poderoso impacto sobre los católicos y protestantes.
El Erasmismo era una corriente de
pensamiento cuyo nombre deriva del humanista Erasmo de Rotterdam y que incluía
entre sus postulados la defensa del cristianismo primitivo o evangélico, una
vivencia interior de la religión, lejos de rituales exteriores y de la
espectacularidad, muchas veces fingida, de la liturgia.
Las
obras de Erasmo fueron consideradas peligrosas para los dogmas y los
funcionarios de la iglesia oficial, e incluidas en el Index en 1559. Hombre vinculado a la filosofía y la conducta del
humanismo, entre sus obras destaca el Enquiridion
o Manual del soldado cristiano (1503), en la que llega a afirmar que de los
tres círculos concéntricos que componen la iglesia (príncipes de la Iglesia , es decir el Papa
y los obispos, los príncipes cristianos y el pueblo cristiano), el último está
tanto o más cerca de Cristo que las propias jerarquías. Influido sobre todo por
Luciano de Samosata y por la tradición medieval del carro o nave de los locos,
Erasmo realiza una sátira de costumbres, puesta en boca de la propia Estulticia
o Locura, consciente de que el verdadero espíritu cristiano se demuestra
"deponiendo su orgullo para aprender lo que no sabe y cediendo en su
altanería para enseñar lo que sabe", según el autor explica en su carta al
teólogo Martín Dorp.
2. EL HUMANISMO
El
humanismo, la revitalización del aprendizaje clásico y la inquietud doctrinal y
especulativa que comenzó en el siglo XV en Italia a principios del
renacimiento, desplazó el escolasticismo como filosofía principal de la Europa occidental y privó a
los líderes de la Iglesia
del monopolio sobre el aprendizaje que antes habían ostentado. Los miembros
legos estudiaban literatura antigua y eruditos de la categoría del humanista
italiano Lorenzo Valla, evaluaron de forma crítica las traducciones de la Biblia y otros documentos
que eran la base del dogma y de la tradición de la Iglesia. La invención
de la imprenta con tipos de metal móviles, incrementó en gran medida la
circulación de los libros y extendió las ideas de renovación espiritual por
toda Europa. Los humanistas que vivían fuera de Italia, como Erasmo de
Rotterdam en los Países Bajos, John Colet y sir Tomas Moro en Inglaterra,
Johann Reuchlin en Alemania y Jacques Lefèvre d'Étaples en Francia, aplicaron
nuevas normas a la evaluación de las prácticas de la Iglesia y al desarrollo de
un conocimiento más preciso de las Escrituras. Estos estudios eruditos sentaron
las bases sobre las que el teólogo Martín Lutero y el reformista Calvino
reivindicaron que la única autoridad religiosa posible era el juicio individual
aplicado al estudio de la
Biblia.
El
Humanismo, en filosofía, es la actitud que hace hincapié en la dignidad y el
valor de la persona. Uno de sus principios básicos es que las personas son
seres racionales que poseen en sí mismas capacidad para hallar la verdad y
practicar el bien. El término humanismo se usa con gran frecuencia para
describir el movimiento literario y cultural que se extendió por Europa durante
los siglos XIV y XV. Este renacimiento de los estudios griegos y romanos
subrayaba el valor que tiene lo clásico por sí mismo, más que por su
importancia en el marco del cristianismo.
3. LA REFORMA
La
reforma fue un movimiento religioso del siglo XVI que tuvo una gran
trascendencia política, cultural y social. Es preciso distinguir una doble corriente renovadora. Por un lado la renovaciós de la propia Iglesia
cat´lica, que era nacesaria y venía planteandosr desde el s. XV y, por otro
lado, la Contrarreforma ,
que pretendía defender a la
Iglesia católica del protestantismo. Ciertamente, la reforma
católica del s. XVI brotó mucho más de sus propias raíces.
El
reformista inglés del siglo XIV John Wycliffe atacó con audacia al propio
papado, arremetiendo contra la venta de indulgencias, las peregrinaciones, la
excesiva veneración a los santos y los bajos niveles morales e intelectuales de
los sacerdotes. Para llegar a la gente común, tradujo la Biblia al inglés y comenzó
a predicar en inglés, en lugar de hacerlo en latín. Sus enseñanzas se extendieron
a Bohemia, donde encontraron un fuerte partidario en el reformista religioso
Jan Hus. La ejecución de Hus por herejía en 1415 desencadenó de inmediato el
estallido de las guerras husitas, que revelaron una violenta expresión del
nacionalismo bohemio nunca suprimido por completo a pesar de las duras campañas
repulsivas ejecutadas por las fuerzas combinadas del emperador y del papa.
Estas luchas fueron precursoras de la guerra civil religiosa en Alemania en la
época de Lutero. En Francia, en 1516 un concordato entre el rey y el papa puso
a la Iglesia
francesa, de forma sustancial, bajo la autoridad real. Los concordatos firmados
con otras monarquías nacionales también prepararon el camino para la aparición
de iglesias nacionales autónomas.
Ya en
el siglo XIII, el papado se había hecho vulnerable a los ataques y reproches de
los reformistas debido a la codicia, inmoralidad e ignorancia de muchos de sus
miembros en todas las esferas jerárquicas. Las extensas posesiones de la Iglesia , libres de cargas,
que constituían, según cálculos diversos, entre una quinta y una tercera parte
de las tierras de Europa, estimularon la envidia y el resentimiento por parte
del campesinado pobre. La llamada cautividad babilónica de los papas en Avignon
durante el siglo XIV y el consiguiente Gran cisma provocaron graves daños en la
autoridad de la Iglesia
y dividieron a sus partidarios en seguidores de uno u otro papa. Los miembros
de la Iglesia
reconocieron la necesidad de una reforma; se debatieron ambiciosos programas
que proponían la reorganización de la totalidad jerárquica en el concilio de
Constanza, desde 1414 a
1418, pero ningún programa consiguió el apoyo de la mayoría y no se
instituyeron cambios radicales en esta época.
Peticiones para la Reforma
El
siglo XV se caracterizó por las exigencias de una reforma de la Iglesia , como reacción al
escándalo del Gran Cisma de Occidente y para corregir los abusos religiosos. El
reformista religioso italiano Girolamo Savonarola (1452-1498) criticó con
mordacidad la actitud mundana de su contemporáneo, el papa Alejandro VI. El
llamado movimiento observantista desarrollado por las órdenes mendicantes
intentó que sus miembros volvieran a una vida más austera, y humanistas como
Desiderio Erasmo de Rotterdarm trataron de crear alternativas a las estériles
especulaciones de la teología académica. Aun siendo sinceros estos esfuerzos,
durante mucho tiempo no estuvieron coordinados y no lograron tener un impacto
perceptible en la institución.
Iniciativas para la Reforma
Sólo
cuando Pablo III se convirtió en Papa en 1534 tuvo la Iglesia el liderazgo que
necesitaba para orquestar esos impulsos en favor de la reforma y enfrentarse al
reto que supuso la aparición de los protestantes. Una de las iniciativas más
importantes de Pablo III fue nombrar reformadores sinceros como Gasparo
Contarini y Reginald Pole e incorporarlos al colegio cardenalicio. También
impulsó nuevas órdenes religiosas como los teatinos, capuchinos, ursulinas y en
especial los jesuitas. Este último grupo, bajo la dirección de san Ignacio de
Loyola (1491-1556), estaba constituido por hombres muy instruidos, dedicados a
renovar la piedad a través de la predicación, la instrucción catecumenal y el
uso de los ejercicios espirituales establecidos por san Ignacio, donde debía
profundizarse en la meditación personal. Tal vez la más destacada actuación de
Pablo III fue la convocatoria del Concilio
de Trento en 1545 para tratar las cuestiones doctrinales y disciplinarias
suscitadas por los protestantes. Actuando a menudo en una difícil alianza con
el emperador Carlos V, Pablo III, como muchos de sus sucesores, no dudó en
utilizar tanto medidas diplomáticas como militares contra los protestantes.
Instrumentos de la Contrarreforma
Una
poderosa corriente represiva, que empezó hacia 1542, penetró en el propio
catolicismo romano cuando se instituyeron el Índice de Libros Prohibidos y una
nueva Inquisición. El pontificado de Pablo IV aportó el más vigoroso apoyo a
estas medidas. En España la
Inquisición se convirtió en un instrumento dependiente de la
corona, usado con eficacia por los monarcas españoles, en especial por el rey
Felipe II para asegurarse la ortodoxia de sus súbditos y suprimir tanto la
disidencia política como la religiosa.
Hacia
finales del siglo, en parte bajo la influencia del Concilio de Trento, apareció
en Italia un grupo de obispos, celosos por reformar su clero e instruir a su
pueblo. San Carlos Borromeo (1538-1584), de Milán, fue un modelo para muchos de
ellos. El establecimiento de seminarios en muchas diócesis garantizó un clero
honrado en la orden teológico y moral. En Roma, san Felipe Neri (1515-1595)
puso música a textos religiosos y llevó a cabo reuniones informales que pronto
desembocaron en la figura (y el espacio físico) del oratorio.
Evolución de la Contrarreforma
En
Alemania los católicos siguieron intranquilos después de la Paz de Augsburgo de 1555,
considerada por muchos como una victoria de los luteranos. Los sacerdotes
formados en Roma regresaron a su tierra natal mejor instruidos y con más deseos
de llevar a efecto su labor eclesiástica que sus antecesores. San Pedro Canisio
elaboró un catecismo que intentó servir de contrapeso al de Lutero, aunque no
lo consiguió. Las tensiones internas, en las que se produjo una destacada
intervención militar en ambos bandos, culminaron en los horrores de la guerra
de los Treinta Años, que hizo estragos desde 1618 hasta 1648 y dejó a Alemania
devastada.
Debido
a las guerras de Religión en Francia, la Contrarreforma no
tuvo apenas implantación allí hasta el siglo XVII. La devoción hacia los
pobres, como ejemplificó san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillac,
caracterizó la experiencia francesa. En este país se prestó mucha atención, al
igual que en Italia, a las misiones populares que surgieron entre los
campesinos. Mientras tanto, san Francisco de Sales, obispo de Ginebra, publicó
su Introducción a la vida devota
(1608) que se cuenta entre las más populares de todas las obras de la
espiritualidad cristiana.
La
espiritualidad de la
Contrarreforma fue militante, encaminada a la evangelización
de los nuevos territorios recién explorados en el Lejano Oriente y en el norte
y sur de América. Semejante entusiasmo se desplegó en el establecimiento de
escuelas confesionales, donde los jesuitas desempeñaron un destacado papel de
vanguardia. A pesar del énfasis puesto en el activismo, la Contrarreforma dio
en España dos de los mayores místicos del cristianismo: santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz.
4. EL
LUTERANISMO
Luteranismo, principal
denominación protestante, que emprendió su andadura como un movimiento
encabezado por Martín Lutero en el siglo XVI.
Martín
Lutero, (1483-1546), fue un teólogo y reformador religioso alemán que inició la Reforma protestante.
Figura crucial de la historia moderna europea, cuya gran influencia se extendió
más allá de la religión a la política, la economía, la educación, la filosofía,
el lenguaje, la música y otros espacios de la cultura. Monje agustino alemán y
profesor de teología de la
Universidad de Wittenberg (en Sajonia), Lutero tenía como
objetivo la reforma de la Iglesia cristiana de Occidente. Sin embargo, Lutero y sus seguidores fueron excomulgados por el Papa, por lo que el
luteranismo se desarrolló a partir de la creación de iglesias independientes
nacionales y territoriales, precipitando así la ruptura de la unidad que
vertebraba el cristianismo occidental.
Lutero
deploraba el término luterano, y en un principio esta comunidad se llamó
Iglesia evangélica de la
Confesión de Augsburgo o Iglesia evangélica. Los luteranos
escandinavos adoptaron los nombres de sus respectivos países para denominar sus
iglesias (por ejemplo, la
Iglesia de Suecia). Como resultado del movimiento misionero
de los siglos XVIII y XIX, el luteranismo se ha convertido en una comunión
mundial y es la mayor organización protestante cristiana del mundo, con unos 80
millones de miembros.
Doctrina y prácticas
El
luteranismo proclama la autoridad definitiva de la Palabra de Dios (según
aparece en la Biblia )
en materias de fe y vida cristiana, y señala a Cristo como la clave para la
comprensión de la Biblia.
Salvación por la fe
La
salvación, según la doctrina luterana, no depende del mérito o de la virtud de
los hombres sino que es un regalo inmerecido de la gracia soberana de Dios.
Todos los seres humanos son considerados pecadores y a consecuencia del pecado
original son esclavos del mal e incapaces, por esa razón, de contribuir a su
liberación (doctrina del mal radical). Los luteranos sostienen que la fe,
entendida como la confianza en el amor inquebrantable de Dios, es la única
forma apropiada que los individuos tienen para responder a la iniciativa de
salvación por parte de Dios. De esta forma la "salvación sólo por la
fe" se convirtió en el característico y polémico estandarte del
luteranismo. Sus adversarios sostenían que esta opinión no hace justicia a la
responsabilidad cristiana de practicar buenas obras, aunque los teólogos
luteranos respondieron que la fe debe hallarse viva en el amor y que las buenas
obras emanan de la fe igual que un buen árbol produce buenos frutos.
Culto
En la
celebración luterana de la eucaristía los elementos del pan y del vino son
recibidos por todos los comulgantes, en tanto que los católicos permitían el
vino sólo a los sacerdotes. A diferencia de otros grupos protestantes, en
particular los anabaptistas, los luteranos proclaman la presencia física real
de Cristo "en, con y bajo" los elementos del pan y el vino en la
eucaristía, creencia que defienden por la promesa que el propio Jesucristo hizo
en la institución de la
Sagrada Comunión cuando dijo: "Este es mi cuerpo" y
"Esta es mi sangre" (Mt. 26, 26-28).
Bautismo
El
luteranismo insiste en la práctica tradicional del bautismo infantil como un
sacramento porque la gracia de Dios ilumina al recién nacido. En su opinión, el
bautismo significa amor incondicional de Dios, que es independiente de
cualquier mérito intelectual, moral o emocional por parte de los seres humanos.
Vida cristiana
Para
el luteranismo los santos no constituyen una clase superior de cristianos sino
que también son pecadores salvados por la gracia a través de la fe en
Jesucristo; todo cristiano es a la vez santo y pecador. La doctrina luterana
del sacerdocio de todos los creyentes está relacionada con el bautismo, por el
que todos los cristianos, hombres y mujeres, se convierten en ministros de
Dios, sirviéndole durante toda su vida a partir de sus actividades personales,
entendiendo que todas ellas brindan las mismas opciones al conjunto de los
fieles. La misión de pastor posee un valor especial en el luteranismo basado en
una llamada de Dios y con la aprobación de una congregación de cristianos. A
diferencia de los sacerdotes católicos romanos, la clerecía luterana puede
contraer matrimonio.
Textos doctrinales
Aunque
los luteranos aceptan los libros canónicos de la Biblia como "la única
regla y norma según la cual todas las doctrinas y maestros deben ser
juzgados" (Fórmula de concordia), recomiendan también la consulta de los
Libros Apócrifos del Antiguo Testamento para promover la edificación cristiana
y los han introducido según la tradición en las versiones canónicas de la Biblia. Los luteranos
aceptan la autoridad de los tres credos ecuménicos (Apóstoles, Nicea y
Atanasio) y utilizan de modo regular los dos primeros en los servicios de
culto. Las declaraciones doctrinales más destacadas del luteranismo son Misa
alemana y Orden del culto (1525), Artículos de Esmalcalda (1537), Pequeño
catecismo (1529) y Gran catecismo (1529), de Lutero; Confesión de Augsburgo
(1530), Apología (1531), de Melanchthon; y la Fórmula de concordia
(1577), que fue escrita por una comisión de teólogos tras la muerte de los
reformadores originales. Estos documentos constituyen el Libro de la concordia,
adoptado por príncipes y ciudades luteranas en 1580. Sin embargo, tan sólo los
Credos, la Confesión
de Augsburgo y los dos Catecismos de Lutero han sido reconocidos por la
totalidad de las Iglesias luteranas.
Organización y gobierno
de la Iglesia
A
consecuencia de su origen en el siglo XVI, las comunidades luteranas europeas
más antiguas están vinculadas de forma muy estrecha a sus respectivos gobiernos
como iglesias oficiales, bien en exclusiva (como en los países escandinavos) o
en un acuerdo paralelo con el catolicismo romano, como sucede en Alemania. En
ambas situaciones los demás grupos religiosos tienen completa libertad de culto
pero no el mismo apoyo y supervisión por parte del Gobierno. En países no
europeos las iglesias son organizaciones religiosas voluntarias. El luteranismo
nunca se ha desarrollado como un sistema uniforme de gobierno eclesiástico;
existen estructuras comunitarias, presbiterianas y episcopales, aunque en el
siglo XX ha aparecido una tendencia a otorgar el título de obispo a dirigentes
electos de judicaturas (sínodos, distritos, iglesias).
Historia e influencia
La
evolución inicial del luteranismo estuvo influida de un modo extraordinario por
los acontecimientos políticos. El emperador Carlos V no pudo sofocar el avance
del luteranismo porque en ese momento el Imperio era amenazado por los turcos.
A pesar del Edicto de Worms (1521), que prohibía la actividad de los luteranos,
el movimiento continuó extendiéndose. Siguieron intermitentes guerras
religiosas que concluyeron con la
Paz de Augsburgo (1555), acuerdo donde se estipulaba que la
religión del gobernante de cada territorio dentro del Sacro Imperio romano
tenía que ser la religión de sus súbditos, autorizando de un modo efectivo así
a las iglesias luteranas y reconociendo además a los príncipes territoriales
como primados de sus respectivas iglesias. La Fórmula de concordia
(1577), redactada por teólogos para resolver enfrentamientos entre luteranos,
fue suscrita por dirigentes políticos para asegurar la unidad del movimiento
luterano en un periodo en el que amenazaban renovadas guerras religiosas. La
supervivencia del luteranismo tras la guerra de los Treinta Años fue
consolidada por la intervención del rey luterano sueco Gustavo Adolfo II y de la Francia católica al lado
de los protestantes. La Paz
de Westfalia (1648) puso fin a las guerras religiosas en Europa al tiempo que
consolidó la supremacía de Francia en detrimento de la casa de Austria.
Los
orígenes del movimiento conocido como pietismo se remontan a finales del siglo
XVII cuando se proclamó la conversión individual y una forma de vida devota que
revitalizó el luteranismo en Alemania y permitió a la Reforma extenderse a otros
países. Durante el siglo XVIII la teología luterana reflejó el racionalismo
aportado por la ilustración. Durante el siglo XIX el teólogo alemán Friedrich
Schleiermacher (1769-1834), que puso de relieve la experiencia religiosa
universal, ejerció un gran influjo sobre los doctrinarios luteranos liberales.
De igual modo el idealismo, movimiento dominante en la filosofía moderna
alemana, tuvo profundos efectos en el pensamiento teológico luterano. En el
siglo XX la neoortodoxia del teólogo calvinista suizo Karl Barth (1886-1968) y
una interpretación próxima al existencialismo han sido las influencias más
destacadas en la teología luterana.
La
ascendencia política de Prusia entre los estados alemanes a principios del
siglo XIX favoreció la fundación de la Iglesia de la Unión Prusiana
(1817), que reunió a calvinistas y a millones de luteranos alemanes en una sola
Iglesia. A este proceso se opuso de forma resuelta un elevado número de
luteranos, algunos de los cuales se escindieron y formaron una comunidad
separada. La situación de la política alemana en el siglo XX afectó de gravedad
al luteranismo alemán. El intento de Hitler por controlar las iglesias alemanas
condujo a numerosas divisiones de la
Iglesia luterana alemana y al internamiento de algunos
luteranos (como Martin Niemöller) en campos de concentración así como la
ejecución de otros (el teólogo Dietrich Bonhöffer, por ejemplo). Los dirigentes
luteranos de Noruega y Dinamarca tuvieron un papel importante en la resistencia
de sus países a la ocupación nazi, y la Iglesia de la confesión alemana, que se había
opuesto a Hitler, realizó una importante contribución a la reconstrucción de
Alemania Occidental (hoy parte de la unificada República Federal Alemana) tras la II Guerra Mundial. El
luteranismo llegó a América con los primeros colonos europeos. Tras la Guerra de la Independencia
estadounidense cada grupo sucesivo de inmigrantes europeos fundó su propia
Iglesia y sínodo que celebraba sus oficios en la lengua de su país de origen.
Como consecuencia del elevado número de inmigrantes que se desplazaron a
Estados Unidos y Canadá en el siglo XIX y principios del XX, el luteranismo se
dividió en numerosos grupos: alemán, sueco, noruego, danés, finlandés y
eslovaco. A principios de la década de 1980 las fusiones han consolidado a la
mayoría de los luteranos de Estados Unidos y Canadá. El luteranismo es la
tercera confesión religiosa más importante en Estados Unidos.
El luteranismo en el
mundo
Aunque
una gran parte de los luteranos del orbe sigue viviendo en los países de Europa
central y del norte, el luteranismo ha crecido con mayor intensidad en África y
Asia. En realidad, el único país fuera de Europa donde una mayoría de población
es luterana es Namibia en el sur de África. La Federación Luterana
Mundial (LWF), cuya sede se encuentra en Ginebra, coordina las actividades de
gran parte de las iglesias luteranas de todo el mundo y supervisa las relaciones
ecuménicas, los estudios teológicos y los servicios; está dirigida por un
comité ejecutivo. Casi todas las iglesias luteranas pertenecen también al
Consejo Mundial de las Iglesias.
Influencia cultural
El
luteranismo siempre se mostró preocupado por los aspectos culturales e
intelectuales de la fe cristiana. Su influencia en la música a través de
compositores como Johann Sebastian Bach, Dietrich Buxtehude, Michael Praetorius
y Heinrich Schütz, ha sido tan importante como lo fue en la filosofía. Pensadores
de formación luterana, tales como Immanuel Kant, Johann Gottlieb Fichte, Georg
Wilhelm Friedrich Hegel y Sören Kierkegaard, articularon sus ideas en diálogo,
y a veces en oposición, con la tradición luterana. El luteranismo también ha
inspirado a una serie de importantes investigadores bíblicos, como David
Friedrich Strauss y Albert Schweitzer y teólogos como Albrecht Ritschl, Adolf
von Harnack, Rudolf Otto, Rudolf Bulmann y Paul Tillich entre otros.
5. LAS
GUERRAS DE RELIGIÓN EN ALEMANIA
Las
autoridades papales ordenaron a Lutero que se retractara y se sometiera a la
autoridad de la Iglesia ,
pero él replicó con mayor radicalidad, haciendo un llamamiento a la reforma,
atacando el sistema sacramental y recomendando que la religión se mantuviera en
la fe individual basada en las normas contenidas en la Biblia. Amenazado
de excomunión por el papa, Lutero quemó ante sus seguidores, en la plaza
pública, la bula o decreto papal de excomunión y con ella un volumen de la ley
del canon. Este acto de desafío simbolizaba una ruptura definitiva con todo el
sistema de la Iglesia
católica. En un intento por frenar la marcha de las revueltas, el emperador
Carlos V y los príncipes alemanes y eclesiásticos se reunieron en 1521 en la Dieta de Worms e instaron a
Lutero a retractarse. Éste se negó una vez más y fue declarado fuera de la ley.
Durante casi un año permaneció escondido, escribiendo panfletos donde exponía
sus principios y traduciendo el Nuevo Testamento al alemán. Aunque sus obras
habían sido prohibidas por edicto imperial, fueron distribuidas en público y se
convirtieron en poderosos instrumentos para hacer de las grandes ciudades
alemanas centros del naciente movimiento luterano.
El
movimiento reformista se extendió vertiginosamente entre el pueblo, y cuando
Lutero abandonó su retiro, fue recibido en su casa en Wittenberg como un líder
revolucionario. Alemania se había dividido, de forma inapelable, por
motivaciones religiosas y económicas. Aquellos que estaban más interesados en
preservar el orden tradicional, como el emperador, algunos príncipes y el alto
clero, apoyaron a la Iglesia
católica. El luteranismo estaba apoyado por los príncipes del norte de
Alemania, el bajo clero, los comerciantes y amplios sectores del campesinado,
quienes aprovecharon la situación como una oportunidad para obtener una mayor
independencia tanto de las esferas religiosas como de las económicas. La guerra
abierta entre las dos facciones estalló en 1524 con el comienzo de la Guerra de los Campesinos.
La guerra era en suma un intento por parte de éstos de mejorar su mísera
situación económica. Su programa, que contenía algunos puntos defendidos por
Lutero desde el punto de vista religioso, invocaba la emancipación del número
de servicios reclamado por los terratenientes, tanto seglares como
eclesiásticos. Lutero desaprobó la utilización de sus demandas de reforma para
justificar una revuelta social y aunque en un principio procuró buscar una
salida pacífica al conflicto, pronto se volvió contra los campesinos y en un
panfleto titulado Wider die mördischen
und räubischen Rotten der Bauern, (Contra
las hordas de campesinos asesinos y ladrones, 1525), les condenó por
recurrir a la violencia; lo que le hizo ganar el apoyo de numerosos nobles.
Los
campesinos fueron derrotados en 1525, pero la escisión producida entre los
católicos y los luteranos fue en aumento. En la Dieta de Spira (1526) se
alcanzó un mínimo compromiso al conceder el Emperador que los estados
reglamentasen a su libre albedrío, y sólo en sus dominios, la cuestión
religiosa. Tres años después, en 1529, la mayoría católica obtuvo la revocación
del acuerdo, lo que hizo que los luteranos elevaran hasta el Emperador su más
enérgica protesta. Desde entonces se les empezó a llamar protestantes,
denominación que posteriormente se extendió a todos los grupos reformistas
opuestos al dirigismo de Roma.
En
1530 el erudito alemán y reformista religioso Melanchthon concibió un estatuto
conciliatorio de los dogmas luteranos, conocido como la confesión de Augsburgo,
que fue sometida al emperador Carlos V y a la facción católica. Aunque no
consiguió reconciliar las diferencias entre los católicos y los luteranos, se
estableció como fundamento de la nueva Iglesia luterana y su credo. Con
posterioridad, se produjeron una serie de guerras con Francia y los turcos que
evitaron que Carlos V dirigiera sus ejércitos contra los luteranos, pero en
1546 el emperador quedó libre de compromisos internacionales y aliándose con
varios príncipes alemanes como el duque Mauricio de Sajonia, declaró la guerra
contra la Liga
de Esmalcalda, una asociación defensiva constituida por los príncipes
protestantes. Las fuerzas católicas tuvieron éxito al principio, derrotando a
los protestantes en Mühlberg. En esta batalla Carlos V fue retratado a caballo
por Tiziano; cuadro que se conserva en el Museo del Prado, en Madrid. No
obstante, más tarde, el duque Mauricio de Sajonia se pasó a las filas
protestantes, obligando así a Carlos V a firmar la paz. La guerra civil
religiosa terminó con la Paz
de Augsburgo en 1555. Sus términos declaraban que cada uno de los gobernadores
de los Estados germánicos, que llegaban a ser casi 300, podrían elegir entre el
catolicismo y el luteranismo como religión de su territorio, a la que deberían
adscribirse todos sus súbditos. El luteranismo, por entonces la religión de
cerca de la mitad de la población alemana, consiguió al final el reconocimiento
oficial y así, el antiguo concepto de una comunidad cristiana unida en el
terreno religioso en Europa occidental bajo la suprema autoridad del Papa fue desbancado.
6. REFORMADORES IMPORTANTES
Hubo
reformadores de distintas tendencias, como por ejemplo John Wycliffe, Jan Hus y
Girolamo Savonarola, que denunciaron públicamente el relajamiento moral y la
corrupción económica que existía dentro de la Iglesia "en sus
miembros y en sus mentes"; buscaban provocar un giro radical de la
situación. Al mismo tiempo, se estaban produciendo profundos cambios de tipo
social y político, producto del despertar de la conciencia nacional y de la
fuerza e importancia cada vez mayores que iban adquiriendo las ciudades, en las
que surgió con gran poder una nueva clase social sostenida por el comercio. La Reforma protestante podría
ser considerada producto de la convergencia de dichas fuerzas: un movimiento
para introducir cambios dentro de la
Iglesia , el ascenso del nacionalismo y el avance del
"espíritu del capitalismo".
El
reformador Martín Lutero fue la figura catalizadora que aceleró el nuevo
movimiento. Su lucha personal por buscar la certeza religiosa lo condujo, en
contra de sus deseos, a cuestionar el sistema medieval de salvación, e incluso
la propia autoridad de la
Iglesia ; su excomunión por el papa León X fue un paso
adelante hacia la irreversible división del mundo cristiano en Occidente. El
proceso tampoco se limitó a la
Alemania de Lutero. Hubo movimientos reformistas en Suiza,
que pronto encontraron el apoyo y liderato de Ulrico Zuinglio y en especial de
Juan Calvino, cuyos Fundamentos de la
religión cristiana se transformaron en el más influyente compendio de la nueva
teología. La reforma inglesa, desencadenada por los problemas personales del
rey Enrique VIII, evidenciaron la fuerte influencia que tenían los reformistas
en Inglaterra. La reforma inglesa tomó su propia vía, manteniendo algunos
elementos procedentes de la religión católica, como el episcopado histórico,
con otros rasgos protestantes, como el reconocimiento de la exclusiva autoridad
de la Biblia. El
pensamiento de Calvino ayudó en Francia al desarrollo de los hugonotes, grupo
que era rechazado con violencia tanto por la Iglesia como por el Estado, aunque al final logró
ser reconocido por el Edicto de Nantes en 1598 (revocado en 1685). Los grupos
reformistas más radicales, dentro de los que destacan los anabaptistas, se
pusieron en contra tanto de otros grupos protestantes como de Roma, rechazando
prácticas tan antiguas como el bautismo infantil e incluso dogmas como el de la Trinidad ; también estaban
en contra de la alianza entre Iglesia y Estado.
7. CALVINISMO Y ANGLICANISMO
El Calvinismo :
Es la
teología cristiana del reformador de la Iglesia Juan Calvino. El trabajo de Calvino Instituciones de la Religión Cristiana
(1536-1559) fue el que tuvo mayor influencia en el desarrollo de las iglesias
protestantes de la tradición reformada.
La
doctrina calvinista se basa en la tradición teológica paulina y agustiniana.
Dentro de sus dogmas más importantes se incluye la creencia en la soberanía
absoluta de Dios y la doctrina de la justificación sólo por medio de la fe. Lo
mismo que el reformador religioso alemán Martín Lutero, Calvino rechazaba el
hecho de que los seres humanos fueran capaces de gozar del libre albedrío
después de la caída de Adán, pero Calvino llegó incluso más allá de Lutero en
la elaboración de una doctrina de la predestinación (algunas personas han sido
elegidas por Dios para salvarse, mientras que otras son rechazadas por Él y
están destinadas sin remedio a sufrir la condenación eterna). Calvino también
compartía la idea de Lutero de que la
Biblia constituía la única norma para una vida de fe, aunque
no estaba de acuerdo con Lutero en la defensa que éste hacía del sometimiento
del Estado a la Iglesia ,
como tampoco en su teología sobre la Eucaristía. Muchos
de los principios del calvinismo tuvieron fuertes implicaciones sociales, en
particular el que señala que la economía, la industria y el trabajo penoso
forman parte de la virtud moral, y que el éxito en los negocios es una
evidencia de la gracia divina. Como estas teorías ayudaban a crear un clima muy
apropiado para el comercio, Calvino jugó un papel trascendental en la
transición del feudalismo a la implantación del capitalismo.
A
comienzos del siglo XVII, en muchos lugares el calvinismo había sido adoptado
por grupos protestantes. El sínodo de Dort, en Holanda (1618-1619), acomodó
estas formas de pensar a su sistema, creando así la ortodoxia holandesa (véase Arminianismo). Los calvinistas
franceses fundaron el movimiento hugonote, perseguido por la iglesia católica
apostólica romana. En Inglaterra se desarrolló el puritanismo, y muy pronto
logró tener una fuerte influencia, en especial durante la dictadura de Oliver
Cromwell. La confesión de Westminster (1646) representa la expresión
sistematizada de la teología puritana. En 1648, el calvinismo fue adoptado por
la iglesia de Escocia, convirtiéndose en el credo básico del presbiterianismo
tanto de Gran Bretaña como del resto del mundo. Muchos puritanos ingleses,
insatisfechos con las políticas de la iglesia anglicana, emigraron a Estados
Unidos durante la época colonial.
El
calvinismo sigue siendo una rama importante dentro del pensamiento protestante.
Durante el siglo XX, el influyente teólogo suizo Karl Barth puso gran énfasis
en la doctrina calvinista referente a la soberanía de Dios, que minimiza la
importancia de cualquier actividad humana.
El Anglicanismo :
Tanto
él como habían combatido el luteranismo y
difundido la doctrina católica, hasta el punto en que el año 1521 el
Papa León X concedió a Enrique VIII el título de “Defensor de la fe”, después
de haber escrito el monarca inglés el “Tratado de los siete sacramentos”
Motivos
personales llevaron a Enrique VIII a la rebeldía contra la Iglesia ; en efecto,
el rey deseaba divorciarse de su esposa, Catalina de Aragón, hija de los reyes
Católicos, para casarse con Ana Bolena. Pero el Papa Clemente VII no reconoció
la legitimidad de su segundo matrimonio y le excomulgó. Por este motivo el
monarca nombró para cargos eclesiásticos
de su reino a personas de gran capacidad y pocos escrúpulos que pudieran
solucionarle el problema. Él mismo rompió con Roma, y en Noviembre de 1534,
mediante el Acta se supremacía, se
declaró ante el parlamento única cabeza visible de la Iglesia en su territorio,
exigiendo juramento de lealtad bajo pena de muerte a quién no lo hiciera y
organizando así la iglesia Anglicana.
Enrique
VIII no consiguió la reforma anglicana en Irlanda, pues aunque el parlamento y
los nobles lo aceptaron, sin embargo, gran parte de los obispos y del clero,
así como el pueblo, no quisieron romper con la Iglesia Romana.
8. REFORMA DENTRO DE LA IGLESIA
8.1 Concilio de Trento
Concilio
de Trento,(1545-1563), décimo noveno concilio ecuménico de la Iglesia católica
apostólica romana que, en respuesta a la Reforma protestante, inició una reorientación
general de la Iglesia
y definió con precisión sus dogmas esenciales. Los decretos del concilio fueron
confirmados por el papa Pío IV el 26 de enero de 1564, y fijaron los modelos de
fe y las prácticas de la Iglesia
hasta mediados del siglo XX.
Todo
el mundo consideraba necesario, a finales del siglo XV y principios del XVI, un
concilio para reformar la
Iglesia. El quinto concilio de Letrán (1512-1517) fracasó a
este respecto y concluyó sus deliberaciones antes de que se plantearan las
nuevas cuestiones suscitadas por Martín Lutero. Ya en 1520 Lutero subrayó la
necesidad de celebrar un concilio para reformar la Iglesia y resolver las
polémicas que habían surgido. Aunque numerosos dirigentes de ambos lados se
hicieron eco de esta petición, el papa Clemente VII temía que una reunión de
este tipo pudiera favorecer la idea de que los concilios, en lugar del
pontífice, tenían la autoridad suprema de la Iglesia. Además ,
las dificultades políticas que el luteranismo planteó al emperador Carlos V
hizo que otros gobernantes, y de forma significativa el rey Francisco I de
Francia, se mostraran reacios a apoyar cualquier acción que pudiera fortalecer
el poder del emperador, liberándole de estos conflictos.
Pablo
III fue elegido papa en 1543 debido en parte a su promesa de convocar un
concilio. Tras los fallidos intentos de convocarlo en Mantua en 1537 y en
Vicenza en 1538, el concilio se inauguró a la postre en Trento, en el norte de
Italia, el 13 de diciembre de 1545. Con escasa participación al principio y
nunca libre de obstáculos políticos, el concilio aumentó en número de
asistentes y prestigio a lo largo de las tres fases en que se reunió.
Primera fase
(1545-1547).
En muchos aspectos esta primera fase del concilio fue la que tuvo mayor
alcance. Una vez fijadas las numerosas cuestiones de procedimiento, el concilio
abordó los temas doctrinales centrales planteados por los protestantes. Uno de
los primeros decretos afirmaba que las Escrituras tenían que ser entendidas
dentro de la tradición de la
Iglesia , lo que representaba un rechazo implícito del
principio protestante de 'sólo Escrituras'. El largo y refinado decreto sobre
la justificación, condenaba el pelagianismo, detestado por Lutero, aunque
intentaba al mismo tiempo definir un papel para la libertad humana en el
proceso de la salvación. Esta sesión también se ocupó con menos tino de ciertas
cuestiones disciplinarias, como la obligación de los obispos de residir en las
diócesis de las que fueran titulares.
Segunda fase
(1551-1552).
Después de una interrupción, provocada por una profunda desavenencia política
entre Pablo III y Carlos V, la segunda fase del concilio centró su atención en
los sacramentos. Esta sesión, boicoteada por los representantes franceses, fue
seguida por algunos representantes protestantes.
Tercera fase
(1561-1563).
Suspendido por una declaración de guerra, el concilio se volvió a reunir para
su fase final. En sus deliberaciones se impusieron cuestiones disciplinarias,
para hacer hincapié en el problema pendiente de la residencia episcopal,
considerado por todas las partes clave para la ejecución de la reforma. El
hábil legado pontificio Giovanni Morone armonizó posturas opuestas y logró
clausurar el concilio. En 1564 Pío IV publicó la Profesión de la fe tridentina (por Tridentum, el
antiguo nombre romano de Trento), resumiendo los decretos doctrinales del
concilio. Sin embargo, a pesar de su duración, el concilio nunca se ocupó del
papel del pontificado en la
Iglesia , un tema planteado repetidas veces por los
protestantes. Entre los muchos teólogos que participaron en el concilio,
Girolamo Seripando, Reginald Pole, Diego Laínez, Melchor Cano y Domingo de Soto
fueron los que desarrollaron una actividad más intensa en las polémicas.
Significación
Además
de resolver algunas cuestiones doctrinales y disciplinarias fundamentales para
los católicos romanos, el concilio también impartió entre sus dirigentes un
sentido de cohesión y dirección que se convirtió en un elemento esencial para
la revitalización de la
Iglesia durante la contrarreforma. Los historiadores actuales
opinan que el concilio se interpretó y aplicó en un sentido más estricto del
que pretendieron sus participantes, y algunos creen que tuvo menos importancia
en el resurgimiento del catolicismo romano que otros factores de naturaleza más
espontánea. No obstante, la designación de era tridentina para los siglos
comprendidos entre Trento y el concilio Vaticano II, refleja la decisiva
trascendencia que tuvo este concilio en la Iglesia católica moderna.
8.2 Congregación Índice
8.2 Renovación de órdenes
Las
órdenes religiosas ya existentes volvieron al rigor de la regla y algunas se
desdoblaron el dos ramas : una rama seguía las normas antiguas, y la otra
las normas mitigadas. Así, había franciscanos y capuchinos,carmwelitas y
carmelitas descalzos, agustinos y agustinos recoletos.
También
surgieron nuevas órdenes y congragaciónes religiosas, como fueron entre otros
los escolapios, los paúles, los camilos, los hermanos de San Juan de Dios, las
hijas de la caridad, las salesas, las ursulinas, etc.
8.4 La expansión misionera
Los Movimientos Misioneros, son grupos y
organizaciones que surgen en una tradición religiosa concreta cuyo objetivo
consiste en extender las creencias de su religión. Las principales religiones
misioneras del mundo son el cristianismo, el budismo y el islam.
El Cristianismo
El
cristianismo, religión misionera por naturaleza, fue en primer lugar propagado
por los apóstoles, siendo la figura más destacada san Pablo, y por creyentes
laicos en el curso de su vida diaria y de sus viajes.
Iglesia primitiva
La
iglesia primitiva se extendió rápidamente en el norte de África (Etiopía,
Alejandría, y Egipto), a través de Asia Menor y en el siglo III, en la India. En el siglo VII
alcanzó China. Se extendió, con la misma rapidez en Europa a través de Grecia,
Armenia y la península itálica. Entre los siglos V y IX, el cristianismo se
extendió a través de Europa, el norte de Groenlandia e Islandia, y entre los
eslavos por misioneros enviados por Roma como san Patricio, san Agustín de
Canterbury y san Bonifacio, y desde Constantinopla por dos hermanos, san Cirilo
y san Metodio, misioneros de los eslavos.
Mientras
la Iglesia
crecía, las órdenes religiosas sistematizaron el trabajo de las misiones y
aplicaron las enseñanzas de la
Iglesia en América y en el Lejano Oriente.
Después de la Reforma
Tras la Reforma , tanto los
católicos como los protestantes llevaron a cabo programas de activas misiones.
Entre los jesuitas, san Francisco Javier fue muy activo en el Lejano Oriente.
En 1622 la
Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe fue establecida por Roma, y
el trabajo de la misión católica en todas las partes del mundo era, y sigue
siendo, dirigida por el papado.
Entre
los protestantes, en 1698, la Sociedad Misionera para la Promoción del
Conocimiento Cristiano fue fundada en Inglaterra, y la Sociedad para la Propagación del
Evangelio en las zonas extranjeras funcionó entre los colonos británicos en las
colonias desde 1701.
Los
franciscanos y jesuitas trabajaron en el noroeste de América. Fray Junípero
Serra, un franciscano español, en California, y el jesuita italiano, Eusebio
Francisco Kino, en el norte de México y lo que es ahora el suroeste de los
Estados Unidos.
Nuevas tierras
Los
misioneros europeos dirigieron su atención hacia nuevas tierras en el siglo
XIX, ampliando sus esfuerzos. El colonialismo trajo consigo un mayor
conocimiento de África y Asia, y las iglesias europeas extendieron su obra en
esas áreas. Uno de los misioneros más conocidos del siglo XIX fue el físico
británico David Livingstone.
Distintas
sectas, como el Ejército de Salvación y otros organismos, algunos de ellos
relacionados con el Concilio Mundial de las Iglesias, e individuos que
pertenecen a grupos orientados hacia actividades misioneras como los Testigos
de Jehová y los mormones continuaron el trabajo empezado en este periodo.
Obra de la misión
moderna
Las convulsiones sociales, políticas y
económicas del siglo XX han afectado a todos los aspectos de la vida. Con la Revolución Rusa y
la expansión soviética, las iglesias ortodoxas orientales perdieron algo de su
influencia. A pesar de la hostilidad oficial hacia la religión en la esfera
soviética, la Sociedad
de Amigos realizó allí un gran trabajo. Es uno de los pocos grupos religiosos
cuyo trabajo era permitido. El desarrollo del comunismo en China terminó con la
obra misionera en ese país, y en muchos Estados que surgieron tras el fin del
colonialismo, el crecimiento del nacionalismo fue acompañado de una tendencia a
identificar el cristianismo con el colonialismo.
Estos
acontecimientos han provocado un cambio de dirección en el proceder de las
misiones. Se está poniendo un nuevo énfasis en la unidad cristiana, más que en
el de las confesiones particulares. En los países misionados por Occidente se
está dando cada vez más responsabilidad a los nativos. La conversión se ve como
la tarea creciente de las iglesias autónomas nacionales. Un nuevo movimiento
evangélico, el movimiento pentecostal, se ha convertido en una fuerza
importante en el mundo del protestantismo.
Una
tendencia alejada del Evangelismo, surgida en 1960 fue el resultado de otros
problemas. Los movimientos misioneros en el mundo respondieron con actividades
de servicio social : en las ciudades del interior, en los campos de refugiados,
en los nuevos emplazamientos, y hacia los niños de ambientes urbanos
deprimidos. En 1970, sin embargo, el énfasis en la evangelización aumentó de
nuevo.
8.4 Las Guerras de Religión
Conflicto
civil que se desarrolló en Francia (1562-98) y que enfrentó a hugonotes y
católicos. La primera fase se cerró con la Paz de Saint-Germain (1570), que otorgó a los
protestantes la libertad de culto y cuatro plazas de seguridad. Tras la matanza
de la Noche de
San Bartolomé (1572), se inició una nueva guerra que terminó en 1573 con el
Edicto de Boulogne. La última fase se desarrolló en el reinado de Enrique III
(1574-89) y culminó con la conversión de Enrique IV (1593) y el Edicto de
Nantes (1598), que puso las bases de la paz religiosa. Serie de enfrentamientos
políticos y sociales provocados por la debilidad de la monarquía ante el conflicto religioso y la rivalidad
aristocrática.
9. PASO DE LA
REFORMA A LA REVOLUCIÓN FRANCESA
La
revolución francesa fue el resultado lógico de las ideas ilustradas. Basados en
el derecho natural se aspiraba a la igualdad general, pero esto iba unido a un
dios declarado contra la religión revelada y contra al Iglesia jerárquica.
Para la Iglesia , la Revolución Francesa
significó la desaparición de su poder
temporal.
A
pesar de que en los primeros meses se mantuvo la tradicional unión “Iglesia
francesa - Estado”, en los veinticinco años que siguieron a la toma de la Bastilla , símbolo del
poder absolutista, fueros destruidos los restos del catolicismo medieval:
desaparecieron las grandes abadías y la figura del príncipe - obispo.
Disminuyó
también la organización de las órdenes religiosas y se oscurecieron las
facultades de teología de las universidades de Salamanca, Alcalá, Coimbra,
Bolonia, Lovaina y París, en un mundo que buscaba la autonomía de la razón y de
la libertad como valores fundamentales.
El
papado, que no había acertado a independizarse de las monarquías absolutas,
sufrió las consecuencias de su actitud. En 1798, los Estados de la Iglesia fueron ocupados
por el nuevo Estado surgido de la Revolución.
Aunque
en 1815 la derrota del Estado francés revolucionario provocó la restauración general de las monarquías
absolutas, en el año 1848 triunfaron las revoluciones
liberales en casi todas las capitales de Europa.
10. LA IGLESIA
FRENTE A LAS REVOLUCIONES DEL
XIX Y DEL XX
En
amplios círculos católicos se valoró positivamente la independencia de la Iglesia respecto a la
tutela estatal.
Los
papas se vieron obligados a crear por medio de concordatos un nuevo tipo de
relaciones negociadas con cada estado. Así se fueron firmando concordatos en
1801 con Francia, en 1817 con Baviera etc.
En
virtud de las concordatos, los estados modernos posteriores a la Revolución Francesa
reconocieron al papado como poder soberano.
Los papas de la restauración católica (1800 -
1878) fueron hombres santos y de notables cualidades humanas, pero, como eran
herederos de una mentalidad absolutista, que no ponía límites a las facultades
de los gobernantes, les resultó difícil comprender el nuevo mundo que la Revolución Francesa
y las revoluciones liberales habían creado.
Pío VII
adoptó una actitud más moderada. Pío IX condenó el liberalismo y rechazó
que el pueblo fuera soberano y ejerciera el poder por medio de sus
representantes.
Con
León XIII se produjo un cambio notable, llegando a reconocer el valor de las
nuevas libertades y una legitimidad de la democracia.
11. CONCILIO VATICANO I
Vigésimo
concilio ecuménico reconocido por la
Iglesia católica apostólica romana, famoso por su solemne
definición de la primacía jurisdiccional y la infalibilidad papal. Convocado
por el papa Pío IX, el concilio se reunió 93 veces en la Basílica de San Pedro de
Roma entre el 8 de diciembre de 1869 y el 1 de septiembre de 1870.
Composición y programa
De
1.050 obispos y otros posibles participantes, sólo asistieron 800 al concilio,
la mitad de ellos representando diócesis europeas, y una parte importante del
resto misiones europeas en el exterior. El concilio se anunció en 1864, pero
los preparativos se retrasaron. Proposiciones extraídas del Syllabus errorum constituyeron el
sustrato del programa original. Fue un concilio interno de la Iglesia católica romana,
pero se aprovechó la oportunidad para invitar a Roma a las Iglesias ortodoxa y
protestante. Cardenales nombrados por el Papa presidieron y controlaron
estrictamente los debates. Entre los temas discutidos, aunque no se tomaron
resoluciones sobre ellos, estaban la adopción de un catecismo universal y las
normas de disciplina sacerdotal. Se recopilaron documentos escritos sobre el
proyecto de una propuesta relativa a la naturaleza de la Iglesia , pero nunca se
debatió el tema.
Doctrina de la
infalibilidad
El
concilio promulgó dos constituciones: Dei
filius (24 de abril, 1870), que exponía la doctrina católica romana sobre
fe y razón, y Pastor aeternus (18 de
julio, 1870), donde se afirmaba como principio esencial de la doctrina católica
romana que el Papa tiene primacía jurisdiccional sobre toda la Iglesia , y que en
condiciones particulares Dios le otorga la infalibilidad (libre de error) en
materias de fe y moral que Dios desea que la Iglesia conozca. La definición de infalibilidad
papal fue debatida con apasionamiento, aunque sus adversarios en el concilio
nunca superaron una quinta parte de los asistentes. Algunos la consideraron una
definición inoportuna, dada la tensa atmósfera político-religiosa de Europa, y
otros tuvieron serias dudas históricas y teológicas respecto de la doctrina
misma. Algunos adversarios se ausentaron a partir de la sesión del 18 de julio
en la que se registró una votación final de 433-2 a favor de la constitución Pastor aeternus. Ningún obispo de la Iglesia rechazó la nueva
constitución. Un pequeño número de católicos de Alemania y de los países
vecinos se separaron de la
Iglesia católica y como protesta fundaron la Iglesia católica antigua.
Se inspiraron en el conocido historiador eclesiástico Ignaz von Döllinger, que
fue excomulgado por negarse a aceptar Pastor
aeternus.
12. CONCILIO VATICANO
II
Vigésimo
primer concilio ecuménico reconocido por la Iglesia católica, convertido en símbolo de la
apertura eclesiástica al mundo moderno. El Concilio fue anunciado por el papa
Juan XXIII el 25 de enero de 1959, y celebró 178 sesiones durante los meses de
otoño durante cuatro años consecutivos. La primera reunión tuvo lugar el 11 de
octubre de 1962, y la última el 8 de diciembre de 1965.
De
los 2.908 obispos, así como de otros posibles asistentes convocados,
participaron en la sesión de apertura 2.540 venidos de todas las partes del
mundo. Los obispos de Asia y África jugaron un papel prominente en las
deliberaciones del Concilio. Sólo los países comunistas estuvieron escasamente
representados, como resultado de presiones gubernamentales. El promedio de
asistencia a las sesiones fue de 2.200 personas.
Los
preparativos para el Concilio comenzaron en mayo de 1959, cuando se pidieron
sugerencias a los obispos católicos del mundo, a las facultades teológicas y a
las universidades. Trece comisiones preparatorias con más de 1.000 miembros
fueron seleccionadas para rechazar las versiones preliminares sobre un amplio
abanico de temas. Prepararon 677 documentos llamados esquemas o schemata que fueron reducidos a 17 por
una comisión especial convocada en las sesiones de los años 1962 a 1963. Los miembros
del Concilio con derecho a voto eran obispos católicos, y superiores de las
órdenes religiosas masculinas pero, como cambio radical respecto a prácticas
anteriores, las iglesias ortodoxas y protestantes fueron invitadas a enviar
delegados oficiales como observadores. Se invitó a oyentes laicos de la Iglesia católica a la
sesión de 1963, durante la cual dos de ellos dirigieron la palabra al Concilio.
En 1964 se sumaron mujeres oyentes a estas sesiones. Los asuntos a tratar eran
muchos, y los temas que se discutieron incluían los medios de comunicación
modernos, las relaciones entre cristianos y judíos, la libertad religiosa, el
papel de los laicos en la
Iglesia , el culto litúrgico, los contactos con otros
cristianos y con no cristianos, tanto teístas como ateos, así como el papel y
la educación de sacerdotes y obispos.
Documentos principales y
conclusiones
El
Concilio publicó 16 documentos, entre los que destacan los relativos a la
revelación divina (Dei Verbum, 18 de
noviembre de 1965) y a la
Iglesia (Lumen Gentium,
11 de noviembre de 1964) junto a un documento fundamental en el terreno
pastoral de la Iglesia
en el mundo moderno (Gaudium et Spes,
7 de diciembre de 1965). Los mejores y más modernos eruditos en temas bíblicos
redactaron los principios y documentos relativos a la revelación divina. El
Concilio explicó el punto de vista católico sobre cómo la Biblia , la tradición, y la
autoridad eclesiástica se relacionan entre sí en la exposición de la revelación
divina.
El
documento relativo a la
Iglesia recalcaba la idea bíblica de la organización de la
comunidad cristiana, más que el modelo jurídico que había dominado hasta
entonces. Denominar a la
Iglesia pueblo de Dios enfatizaba la naturaleza del servicio
de cargos tales como los del sacerdote y obispo, la responsabilidad colegial, o
compartida, de todos los obispos con respecto a la globalidad de la Iglesia , así como la
llamada de todos sus miembros a la santidad y a la participación en la misión
eclesiástica de propagar el evangelio de Cristo. El tono pastoral de la Iglesia en el mundo
moderno fue establecido en las palabras de apertura del Concilio, las cuales
declararon que la Iglesia
compartía "la alegría y la esperanza, el dolor y la angustia de la
humanidad contemporánea, particularmente las de los pobres y afligidos".
Empezó con un análisis teológico de la humanidad y del mundo. Después se
interesó por áreas determinadas, como el matrimonio y la familia, la vida
cultural, social y económica, la comunidad política, la guerra y la paz, y las
relaciones internacionales.
El
fundamento sobre la liturgia promovió una participación comunitaria más activa
en la misa, como acto central del culto público católico y fue el primer paso
para conseguir cambios que para 1971 incluían la sustitución del latín, antigua
lengua del culto religioso, por lenguas vernáculas. Otros documentos buscaron
un terreno común para entablar el diálogo con los cristianos ortodoxos y
protestantes y con los no cristianos. En una apertura poco común con respecto a
su deliberada política de evitar condenas, el Concilio deploró "todas las
acciones de odio, persecuciones, y demostraciones de antisemitismo llevadas a
cabo en cualquier momento o a partir de cualquier fuente contra los
judíos".
El
papa Juan XXIII había iniciado el Concilio Vaticano II de manera positiva,
teniendo como propósito la puesta al día y la renovación (aggiornamento) de la
Iglesia católica y el logro de la unidad cristiana y humana.
El papa Pablo VI, quien continuó el Concilio tras la muerte de Juan XXIII en
1963, aprobó estos propósitos y añadió además el diálogo con el mundo moderno.
Acogida y oposición
La
primera reacción al Concilio fue en su mayor parte favorable. Uno de los
resultados más importantes fue el estrechamiento de relaciones entre las
iglesias cristianas. Sin embargo, puesto que ciertas corrientes de cambio, que
no se habían relacionado en absoluto con lo ocurrido en el Concilio,
continuaron extendiéndose por la
Iglesia , los grupos conservadores católicos empezaron a temer
que las reformas hubieran sido demasiado radicales. Surgieron grupos
disidentes, y algunos críticos desafiaron la autoridad, tanto del Concilio,
como de los papas que habían llevado a cabo lo decretado por aquél. La
oposición a los cambios en la liturgia de la Iglesia se convirtió en un punto conflictivo para
los que no estaban de acuerdo con que los cambios fueran más profundos.
El
líder más destacado de los católicos tradicionalistas, que rechazó las reformas
doctrinales y disciplinarias establecidas por el Concilio Vaticano II, era un
arzobispo francés jubilado, llamado Marcel Lefèbvre, quien en 1970 fundó un
grupo internacional conocido como la Fraternidad Sacerdotal
de Pío X. Declaró que las reformas del Concilio "nacen de la herejía y
terminan en ella". Los esfuerzos de reconciliación entre Roma y el
arzobispo Lefèbvre no tuvieron éxito. El papa Pablo VI lo suspendió en el
ejercicio de sus funciones como sacerdote y obispo en 1976, pero él continuó
con sus actividades, ordenando incluso a los sacerdotes que servían en las
iglesias tradicionalistas.
13. UNA IGLESIA ESPERANZADA : presente y futuro.
La
situación actual de la
Humanidad ha abierto la Iglesia al diálogo. Primeramente, la Iglesia se ha preguntado
por sí misma, y ha dado respuesta recurriendo a las grandes fuentes en las que
se funda : la Biblia ,
los Santos Padres, la liturgia, la tradición y si vida bajo la dirección del
magisterio.
Así la Iglesia ha descubierto su
necesidad de reforma para presentarse
como pueblo unido en el Reino de Dios.
Para
hacer posible esta reforma, la
Iglesia ha dialogado con la palabra de Dios, con sus propias
instituciones, con los cristianos no católicos, con los creyentes de otras
religiones y con el mundo. En este diálogo múltiple, la Iglesia vive la reforma
iniciada en el concilio y se pone al servicio de todos los que buscan el Reino
de Dios.
Paya Frank
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