REPLIEGUE
BIZANTINO. DINASTÍAS HERACLIDA E ISAURICA (SIGLOS VIII-IX)
EL
SIGLO DE LOS HERACLIDAS (610-717)
Durante los siglos VII y VIII el
Imperio de Oriente esta dirigido por dos dinastías: los Heráclidas (610-717) y
los Isaurios (717-802). La primera contó con seis emperadores que intentaron
imprimir un nuevo rumbo al Imperio,
cuyas características fundamentales son la reorganización del Imperio y su
distanciamiento de Occidente.
La
época de los heráclidas fue rica en luchas heroicas y en creaciones políticas,
militares y administrativas, pero pobre en actividades culturales ya artísticas
El
Estado se militarizó, pero también se teocratizó, tomando los emperadores un
papel muy activo en la dirección de la Iglesia. El monacato creció en importancia
y con él la ascética y la mística. El Imperio se helenizaba, lo que
paralelamente implicaba un alejamiento de occidente. El fundador de ladinstía
fue Heraclio (610-941).
LA
DESINTEGRACIÓN DEL SISTEMA JUSTINIANEO
Los sucesores de
Justiniano perdieron pronto la mayor parte de las conquistas de éste, y se
vieron involucrados en luchas y asesinatos internos.
Así
Mauricio pereció asesinado pro instigación de su sucesor Focas, que provocó la
intervención del emperador persa Cosroes II. Ante esta situación intervino
Heraclio, exarca de África que salvó la situación y fue elegido emperador.
La
hacienda estaba en crisis, la economía agotada y los cuadros administrativos
desorganizados. La presión exterior procedía de ávaros y eslavos pro un lado y
los persas sasánidas pro otro. El ejército estaba en manos mercenarias y
resultaba inoperante.
Heraclio
restableció la autoridad en los Balcanes y venció a los persas tomando su
capital Ctesifonte y recuperando la reliquia de la Vera Cruz, con lo que su prestigio
aumentó en toda la Cristiandad.
Estas
luchas provocaron el agotamiento del Imperio que veía ahora un nuevo enemigo:
el Islam. Pronto se perdió Palestina, Siria, la Mesopotamia bizantina, Armenia
y Egipto. Mientras en España los visigodos expulsaban a los bizantinos.
Aunque
efímera la obra de Heraclio reorganizó el ejército, la administración entral y
provincial, convirtió el griego en lengua del Imperio, orientalizándose muchos
sectores de la vida.
Para solucionar los tradicionales problemas sucesorios, Heraclio
instauró la figura del coemperador. Pero a su muerte el Senado destituyó a sus
dos hijos, y designó emperador a Constante II, su nieto, recuperando la Cámara
senatorial su antigua importancia como Consejo de la Corona y Tribunal Supremo
de Justicia.
Ante el peligro árabe Constante II buscó la unificación religiosa del
Imperio, con una solución de compromiso que no satisfacía a nadie y que fue
condenada por el papa Martín.
Su sucesor Constantino IV (668-685) logró vencer a la flota árabe
frente a Constantinopla en 678, lo que obligó a los musulmanes a firmar una paz
por treinta años y a pagar tributos al Imperio.
El Imperio había quedado territorialmente muy reducido, y sobre todo la
pérdida de Egipto obligaba a transformar la economía y la política, aunque
aumentó la cohesión interna.
Justiniano II supo reforzar la autoridad imperial en los Balcanes y en
Asia Menor, pero tuvo que enfrentarse de nuevo con los árabes y aumentar
los impuestos, lo que provocó revueltas y la caída de Justiniano, que fue
sustituido por Leoncio que pronto fue derrocado por Apsimer. Los triunfos
árabes en Africa posibilitaron la vuelta al trono de Justiniano esta vez
convertido en un tirano sanguinario, lo que le hizo perder los apoyos que le
quedaban y ser derrocado por el armenio Bardanás
LOS
ISAÚRICOS
Ni Bardanás-Filípico (711-713) ni sus sucesores Anastasio II (713-715) y
Teodosio III (715-717) lograron superar la crisis económica y espiritual del
Imperio. De su debilidad se aprovechaban árabes y búlgaros.
En 717 León el Sirio entró en Constantinopla y se hizo coronar emperador
como León III Isaúrico, fundador de su dinastía. Fue un gran general y buen
economista. Reorganizó el ejército y volvió a derrotar a la flota árabe y
a los ejércitos musulmanes, obligándoles a retirarse de Asia Menor.
Promulgó un importante código: la Egloga, revisión más humanizada del
derecho de Justiniano, influida por el derecho canónico y con notables
innovaciones en el derecho criminal.
Tuvo que enfrentarse con un profundo problema religioso. El de los
iconoclastas, que consideraban idolátrico el culto a las imágenes; frente a los
iconódulos partidarios de estas. Buena parte del alto clero y del ejército era
iconoclasta, mientras el monacato fomentaba la devoción a las imágenes.
En 726 León se manifestó iconoclasta, por lo que hubo revueltas
populares y manifestaciones contrarias del patriarca de Constantinopla y del
papa Gregorio II.
En 730 León III prohibió el culto a las imágenes y ordenó la persecución
de sus devotos. La discusión religiosa alejó políticamente el Imperio de Roma.
El Emperador pensaba que la solución de los problemas religiosos pasaba por una
subordinación de la Iglesia al Imperio.
Constantino V (741-775) sucesor
de León, continuó su política religiosa. Emprendió campañas victoriosas contra
árabes y búlgaros, lo que acabaría costándole la vida. En 754 se reunió
un concilio en Hiereia, donde se impuso la iconoclastia y la sustitución de las
imágenes religiosas por las del Emperador. El monacato vio reprimida sus
opiniones, confiscados sus bienes y expulsados al sur de Italia.
León IV tuvo un breve reinado (775-780) y fue más tolerante con los
iconódulos, al estar casado con un princesa favorable a las imágenes, cesando
la persecución antimonástica. A su muerte su sucesor, Constantino IV, tenía
sólo diez años, quedando como regente su madre Irene. Preparó con tiempo la
vuelta a la iconodulia, preparando el Concilio de Nicea (787), último
ecuménico, que restableció el culto a las imágenes. Una parte del ejército
intentó oponerse, pero Irene se proclamo "emperador" (790-802) e
incapacitó a su hijo para reinar sola.
En occidente se consideró vacante el trono, y el Papa coronaba emperador
a Carlomagno. En 802 Irene fue depuesta
y coronado Niciforo I (802- 811) que reorganizó la economía y aseguró la
defensa. Su sucesor fue Miguel I Rangab‚ (811-813) monarca débil e influenciado
por los monjes. Reconoció el título a Carlomagno buscando su apoyo, pero en 813
fue derrocado por León V el Armenio (813-820) de tendencia iconoclasta. Un
nuevo Sínodo se pronunció a favor de la iconoclastia, volviendo al exilio los
iconodulos. Pero León V fue asesinado, ascendiendo al trono Miguel II que
fundaba la dinastía Amorana.
EL
PELIGRO BÚLGARO
En esta época aparece en los Balcanes lo que va a ser un peligro
constante para Bizancio, el Imperio Búlgaro.
La expedición de Constantino IV contra ellos fracasó, y se establecieron
en la antigua Mesia, entre el Danubio y la cordillera de los Balcanes,
fundiéndose con la población eslava.
La política búlgara con respecto a Bizancio fue de respeto hasta el 756.
En esta fechas el Imperio comenzó a mostrarse hostil y a su vez ocupó el trono
búlgaro Teletz, partidario de luchar contra el Imperio cada vez más débil.
Una incursión búlgara acabó con la vida del emperador Constantino V,
obligando al Imperio a comprar la paz. Al llegar Irene al trono imperial las
presiones se multiplicaron y los tributos aumentaron.
A comienzos del siglo IX, Niciforo I emprendió una campaña que destruyó
la capital búlgara Pliska. El khan Krum esperó al ejército bizantino en un paso
angosto y le derrotó, muriendo el emperador y dejando desprotegido a su sucesor
Miguel I que también fue derrotado.
REFORMAS
ADMINISTRATIVAS Y MILITARES
Heraclio comenzó la reorganización de la administración central y
provincial. En la segunda se creó los themas, o grandes circunscripciones
militares y al mismo tiempo administrativas, gobernadas por estrategas
militares y pro-cónsules civiles. Cada thema englobaba a varias provincias,
siendo el estratega su jefe principal.
El sistema mezclaba los antiguos exarcados militarizados con el reparto
de tierras a soldados con la obligación de prestar servicio en el ejército.
León III reorganizó los themas mayores, reduciendo su extensión,
haciendo más efectiva la autoridad del estratego. La reforma de la
adminsitración central implicó la desaparición de la prefectura del pretorio,
desglosando los servicios de Hacienda en varios nuevos e independientes.
En tiempo de Heraclio se estableció la corregencia, reglamentando la
sucesión al trono. El coemperador ejercía funciones de gobierno y su efigie
aparecía en las monedas junto al Emperador. El sistema funcionó hasta
Constantino IV que apartó a sus hermanos del poder e hizo que la asociación al
trono quedara reducida al hijo mayor del emperador, pero sin participación en
el gobierno. La reforma de Constantino IV pone las base del establecimiento del
sistema de sucesión monárquica hereditaria.
El Senado había recuperado cierta importancia como Consejo Supremo y
Tribunal Supremo de Justicia. El pueblo de Constantinopla dividido en partidos,
los "verdes" y los "azules", siguió teniendo importancia en
sus manifestaciones en el hipódromo.
Los themas implicaron una novedad económica al repercutir en la
propiedad agraria. La gran propiedad se veía reducida con la distribución de
tierras a los soldados. Los hijos mayores heredaban las parcelas, y el resto
labraba tierras incultas, por lo que apareció una masa campesina.
La ley agraria de Justiniano II protegió a esas pequeñas explotaciones
que alcanzaron mayor desarrollo reuniéndose en aldeas y explotando comunalmente
los pastos y bosques. La comunidad era solidaria de los impuestos estatales
sobre los terrenos sin cultivar.
La propiedad inmueble de la Iglesia aumentó, restando primacía a los
terratenientes laicos, aunque sus tierras fueron gravadas con impuestos y las
propiedades monacales incautadas.
La reorganización de la Hacienda Imperial implicó la organización
estatal del derecho a prestar dinero, que se reservaba al Estado, fijando un interés del 16%.
Culturalmente el Imperio conservaba la mejor organización escolar del mundo
antiguo, pero las escuelas eclesiásticas desplazaron a las antiguas.
BIZANCIO
BAJO LA DINASTÍA MACEDÓNICA (867-1057)
LA
SEGUNDA EDAD DE ORO BIZANTINA
El acuerdo entre la Iglesia y el Imperio permiten a una nueva
dinastía desde el año 867, asegura las
bases para una nueva "edad de oro". Su fundador, Basilio I, era
Armenio a pesar del título de la dinastía que durante doscientos años
reforzar la legislación, el ejército, la armada, la cultura y la
civilización.
Las bases para este resurgimiento son varias:
- Se restauró el poder político,
eliminando los conflictos sucesorios y los asesinatos, dando nuevamente
prestigio a la autoridad imperial. En ello tuvo especial importancia la
asociación al trono del sucesor.
- Se fortalece la autoridad soberana
del Emperador, que se convierte en una autócrata despótico y santo. Para ello
se modifica la legislación justineana, definiendo y defendiendo la omnipotencia
del Emperador.
- Triunfa la centralización
administrativa, desapareciendo los poderes municipales y el Senado. Las
provincias se organizan sobre las themas militares con estrategas al frente.
- Se defiende la pequeña propiedad,
apareciendo una fuerte clase feudal y señorial, que llega a constituir una
amenaza para el propio Estado. Por ello se fomenta la pequeña propiedad, aunque
se permitió la gran propiedad monástica.
- Bizancio pretende compensar sus
abundantes pérdidas territoriales atrayéndose a su rea de influencia al
mundo eslavo.
- Se recupera el prestigio militar y la
presencia bizantina en Italia.
El cambio de dinastía se operó en Bizancio en el año 867 al tomar el
poder Basilio I el Macedonio un aventurero sin escrúpulos no obstante
proporcionó a Bizancio una nueva‚ poca de apogeo. Su mayor gloria fue la
renovación y puesta al día del derecho romano.
A su muerte le sustituyó su segundo hijo León VI (886-912) llamado el
Filósofo o el Sabio. Fracasó en su política exterior, pero realizó una gran
obra en el interior, completando la labor jurídica iniciada por su padre.
Durante la minoría de edad del sucesor de León VI, su hijo Constantino
VII (913-959) ocupó la regencia el drongario (almirante) Rom s I Lecapeno
(919-944) quien salvó la continuidad dinástica al firmar tratados de paz con
búlgaros, húngaros y rusos. Constantino se distinguió por su labor cultural. Le
sucedió su hijo Romano II (959-963) y durante su reinado se reconquistó la isla
de Creta (961) por medio del general Nicíforo Focas que gobernó el Imperio
asociado al general Juan Tamisc‚s durante trece años, iniciándose con ellos una
‚poca de nuevas conquistas.
Basilio II (976-1025) y su hermano Constantino VIII (976-1028) reinaron
asociados al trono, eran hijos de Romano II, y emprendieron una larga lucha
contra los búlgaros, consiguiendo destruir su poder e incorporar a Bulgaria
como provincia del Imperio.
Fallecidos Basilio y su hermano se iniciaba en Bizancio una época feudal
y la dinastía declinó rápidamente con la emperatriz Zoe (1028-1050) y su
hermana Teodora.
ÉXITOS MILITARES, CONQUISTAS A LOS
MUSULMANES
Bizancio se encontraba en el centro de un círculo rodeado por los
musulmanes por todas partes menos por el Danubio, donde la amenaza eran los
búlgaros. Con la dinastía macedónica el Imperio decidió enfrentarse con los
árabes.
Desde el 876 se inician los primeros triunfos en Italia al apoderarse de
Bari y cuatro años después de toda la Apulia obligando a los musulmanes a
abandonar Italia, y sentando las bases contra la Sicilia musulmana.
En tiempos de Nic‚foro Focas se recuperó la isla de Creta (961),
liberando el Mediterráneo Oriental de los piratas rabes. Durante el siglo
X se conquistó Cilicia y Chipre (965), se reincorporo el puerto de Antioquía y
parte de Siria
LA FRONTERA DEL DANUBIO: BIZANCIO Y LOS
BÚLGAROS
Antes de acabar el siglo IX, reinando León VI, los búlgaros dirigidos
por el zar Simeón I invadieron Macedonia y Tracia al enemistarse con Bizancio
cuando el Imperio les enfrentó con los húngaros. Los búlgaros tomaron
Tesalónica, que era la segunda ciudad
del Imperio y Bizancio tuvo que intercambiarla cediendo parte de Macedonia y
Albania.
Tras este triunfo los búlgaros sometieron a los eslavos de Servia,
formando un gran estado desde el mar Negro hasta el Adriático que ahogaba a
Bizancio.
Pero las grandes conquistas del siglo X obligarían a los búlgaros a
someterse al Imperio, por la labor personal de Basilio II que se propuso
conjurar el peligro búlgaro en los Balcanes y destruir su Estado. Les derrotó
en la batalla de Stremnitza (1014) tomando su capital e incorporando a Bulgaria
como provincia del Imperio.
LA INCORPORACIÓN DE RUSIA A LA ESFERA
CULTURAL DE BIZANCIO
Los rusos entraron en contacto con los bizantinos en los primeros años
del siglo X, y se convirtieron (tratado de 911) en eficaces colaboradores del
comercio imperial en el mar Negro, y en auxiliares de la marina bizantina
contra los musulmanes.
Tras el tratado, que duró veinticinco años, la princesa rusa Olga visitó
Constantinopla, comenzando la influencia bizantina sobre Rusia.
El comercio era provechoso para ambos bandos, y políticamente los rusos
colaboraron activamente contra los búlgaros, Vladimir nieto de Olga se casó con
la princesa Ana, hermana del Emperador Basilio II, convirtiéndose al
cristianismo y permitiendo la evangelización de su pueblo por misioneros
bizantinos, imponiéndose la arquitectura bizantina en los edificios religiosos
rusos.
LA RUSIA DE KIEV. JAZAROS Y PECHENEGOS
El soberano más brillante de esta Rusia primitiva de Kiev fue Jaroslav
el Grande (1016-1054) promulgador del primer código sistemático de los eslavos.
En su reinado se embelleció la capital, erigiéndose su catedral y se buscaron
alianzas matrimoniales desde Polonia hasta Francia. Realizó la última y fallida
expedición contra Bizancio por motivos económicos.
Los jízaros eran un pueblo turco de posible origen hitita, que en el
siglo VII se establecieron entre el bajo Volga y el Donn, expansionándose por
las tierras eslavas entre el Morava y el mar Negro, y exigiéndoles tributos a
muchas tribus de los bosques.
Los pechenegos eran de origen turco-tártaro y provocaron a fines del
siglo IX (885-890) la invasión de la región entre el Volga y el Jaik,
destruyendo a los jízaros. Pero a su vez
no tardarían en ser sometidos por sus parientes los turcos uzos.
LA SEPARACIÓN DE LAS IGLESIAS
OCCIDENTAL Y ORIENTAL. LA CONSOLIDACIÓN DEL CISMA.
El Cisma de 1054 fue preparado desde
muy atrás por múltiples causas de las que las religiosas fueron sólo
secundarias. Las auténticas causas fueron el cesaropapismo de los emperadores
de Oriente, la ambición de los patriarcas de Constantinopla, las antipatías
entre occidentales y orientales, los sucesos políticos: reparto del Imperio,
caída del Imperio occidental, helenización de la parte oriental, pérdida de la
Italia bizantina, tendencia a configurar un poder imperial en occidente y el
proceso de dependencia del Papado de este poder.
Los pretextos religiosos fueron: la organización de los patriarcados, la
diversidad de lenguas y la ignorancia recíproca, la evolución independiente en
teología, liturgía, dominio canónico y eclesiológico de las dos Iglesias.
Nada insalvable, ni tan siquiera la de la procesión del Espíritu Santo
que en Oriente deriva del Padre y en Occidente del Padre y del Hijo. Fórmula
dinámica frente a fórmula estática, pero conciliables.
A partir de 1043 el patriarca Miguel Cerulario recogería el testigo de
Focio frente a la acción de las órdenes monásticas.
FUNDAMENTOS SOCIOECONÓMICOS DE LA
EUROPA OCCIDENTAL EN LOS SIGLOS VII-X
LAS BASES DEMOGRÁFICAS: MEDIO RURAL Y
MEDIO URBANO EN OCCIDENTE.
Desde mediados del siglo VI hasta mediados del siglo VIII la epidemia de
peste asola Europa. No es la gran peste del siglo XIV pero es un aviso que no
desaparecer totalmente desde entonces.
A pesar de ello se produce un cierto crecimiento demográfico, se roturan
nuevos terrenos y los polípticos informan sobre la administración de las
grandes explotaciones monástiticas, reflejan una cierta euforia demográfica.
La población es rural, siendo las grandes ciudades pequeños villorios,
donde las mayores no tenían más de 30 ó 40 mil habitantes.
Desde fines del siglo VIII una vez superada la "peste
hemisférica" de los años 742-743, se produce una modesta recuperación
demográfica. En el siglo X en cambio el crecimiento demográfico es claro y expansivo,
se producen nuevas roturaciones, desecaciones de tierras pantanosas, creación
de gran número de aldeas, aumento de la población en los pequeños centros
urbanos y una superpoblación en los viejos mansos que obliga a su extremado
reparto.
En el siglo X se inicia la renovación de la vida urbana, dando los
primeros pasos para pasar de un mundo exclusivamente rural a otro urbano. Se
distinguen en este despegue tres áreas:
- Las ciudades del norte; alemanas,
flamencas, francesas del Rhin al Sena, formadas alrededor de plazas fuertes
donde se fijan comerciantes creando asociaciones de mercaderes.
- Las ciudades mediterráneas de mayor
tradición. Las de Italia que nunca habían olvidado el comercio, las de Francia
del sudeste en las que permanece un cierto comercio a larga distancia pero
mediatizado por el carácter militar de estos núcleos y las de España donde el
norte se crean ciudades comerciales a los largo del Camino de Santiago y al sur
ciudades militares al son de la Reconquista.
- Las ciudades eslavas, núcleos
fortificados en los que surgen grupos de artesanos.
LA ECONOMÍA RURAL. PRODUCTOS Y TÉCNICAS
AGRARIAS. SISTEMAS DE EXPLOTACIÓN
La agricultura es la principal fuente
de riqueza y la casi exclusiva actividad del hombre europeo de esta ‚poca, la
sociedad es agrícola.
La vida económica se concentra en el gran dominio rural. Las escasas
ciudades se encuentran ruralizadas, llenas de granjas, animales, viñas y
cereales. El objetivo económico no es otro que la subsistencia, no se conoce el
concepto de beneficio y sólo se pide a la tierra lo necesario.
Esta situación deriva en la autarquía de cada dominio, economías
cerradas donde se compra y se vende poco. En esta situación quien no posee
tierras no sobrevive, y el que las posee escasamente se debe de someter a un
señor.
La tierra se convierte en un poder político y permite extender la
autoridad del propietario sobre los habitantes del dominio. Toda la jerarquía
económica, social y política se basa en las relaciones de cada individuo con la
tierra.
El dominio se divide en dos porciones complementarias: la reserva
señorial y los mansos. En la primera se incluyen las tierras trabajadas
directamente por el señor por medio de sus siervos, y una serie de instalaciones
de uso común. Los segundos son explotaciones familiares de las que se debe
alimentar el tenente y además entregar una parte de la cosecha y de su trabajo
en beneficio del señor.
Una aristocracia de la tierra que aprovecha en excedente en su favor y a
la que incluso se abonan gravámenes, casi siempre en especie. Se reemplaza a la
autoridad del Estado por la del señor, que la ejerce en su provecho.
Las mejoras técnicas son muy limitadas. En el siglo V ó VI se introduce
el molino de agua, y la siguiente mejora es la sustitución del barbecho bienal
por el trienal, al utilizarse crecientemente la "Cherrue", lo que
proporciona un aumento de la producción ceralística que es la esencial riqueza
agrícola, acompañado en muchas regiones por el vino.
La ganadería vacuna era muy deficiente, y los ganaderos se dedicaban más
al cerdo, que erraba semisalvaje.
A partir del siglo X se producen en el mundo rural dos procesos: la
regresión de la agricultura clásica y la expansión de la agricultura bárbara,
más rica en animales de trabajo y de dieta más diversificada. Su éxito dependió
del progresivo aumento de la productividad, y este de las mejoras técnicas.
El sistema agrario evoluciona hasta un progresivo empleo de las fuerzas
auxiliares, bien naturales o animales, creció el empleo del hierro en el
utillaje y se reducen los períodos y espacios improductivos. Las principales
mejoras son de dos tipos:
a) Los métodos de cultivo. Se establece
la rotación de cultivos, pasando del cultivo bienal (cereal-barbecho) al
trienal (cereal de invierno, cereal de primavera, barbecho)
El abonado de los campos. Aunque muy limitado dada la falta de
estabulación del ganado
b) El utillaje. La difusión del arado
de dos ruedas y vertedera, el empleo de la fuerza animal, la disposición en
fila de los caballos de tiro y su herrado, la nueva técnica de uncir a los
bueyes por los cuernos. Finalmente se difunde el molino de agua corriente para
granos y olivas.
LAS RUTAS COMERCIALES
El comercio se resiente fatalmente de
estas condiciones. Sólo algunos prósperos dominios monásticos producen
excedente que hay que vender, y son necesarios otros como la sal que no todos
los dominios producen. Las malas cosechas se palian también procurándose un
complemento en otras regiones.
Este comercio ocasional no estimula el nacimiento de ningún mercado
organizado, manteniéndose con una mínima actividad los urbanos, cuando
existieron.
Las grandes rutas comerciales están interrumpidas por la presencia
musulmana, con lo que desaparecen las especias, el papiro y las sedas de
oriente. La ruptura entre Oriente y Occidente fue casi total, sólo se mantuvo
Venecia vinculada a Bizancio para mantener el contacto.
Cerrado el Mediterráneo, Europa busca nuevas rutas comerciales, esta vez
a lo largo de las costas del mar del Norte y del Atlántico, internándose por
los ríos hasta el corazón del continente.
A partir del siglo X el comercio se renueva con la aplicación de nuevas
técnicas. Estas son de dos tipos:
- Instituciones y métodos comerciales
- Mejoras en la técnica naval
Aparecen nuevos centros y nuevas rutas, estimulados por dos fenómenos:
la ampliación del horizonte geográfico (vikingos y musulmanes lo han hecho
posible) y en de la recuperación de la economía monetaria.
Se une China con la Península Ibérica, el Sudán con el Báltico y Suecia
con Bagdad. Pionera de estas nuevas rutas tuvo que ser Venecia, que nunca había
olvidado el comercio con Bizancio.
Aparecen nuevos pueblos comerciantes: los frisones, los judíos, los
varegos. Se importan productos manufacturados de lujo (sedas, púrpura, lino,
especias, orfebrería) y se exportan materias primas (madera, hierro, pieles,
ambar y esclavos).
REFORMA MONETARIA
La multiplicidad de cecas de época merovingia había alertado ya sobre el
escaso radio de acción de cada una de ellas. Se había conservado el patrón oro
del viejo "sólido" constantiniano.
Pipino sustituyó el oro por la plata y disminuyó el número de
cecas. Carlomagno reservó el oro para
los pagos internacionales y empleó la plata en el intercambio interior, creando
un sistema monetario de larga vida.
LA IGLESIA. RELIGIOSIDAD Y
MANIFESTACIONES CULTURALES EN LOS SIGLOS VIII-X
PROPAGACIÓN Y DEFENSA DE LA FE EN ÉPOCA
CAROLINGIA. LA LUCHA PRO LA UNIDAD RELIGIOSA.
Una Iglesia pura y fuerte es una garantía tanto espiritual como
temporal. De ella salen los únicos hombres instruidos del momento, y a falta de
funcionarios los clérigos pueden cumplir sus funciones.
La Iglesia del reino franco a mediados del siglo VIII estaba lejos de
pureza o fortaleza, el clero era mediocre y de baja formación. Los obispos y el
papado lo sabían.
Pipino el Breve y San Bonifacio se marcaron el objetivo de reformar el
clero franco, secular y regular. Aumentar sus conocimientos, dignificar sus
vidas y, para los monjes, practicar la Regla de San Benito, eran los objetivos.
Se produce una reforma moral, y tras ella viene el interés por la unidad
litúrgica y la del derecho canónico.
EL MONACATO EN ÉPOCA CAROLINGIA
Carlomagno persiguió el establecimiento
de un Imperio perdurable en el tiempo, y sabía que una parte importante lo
significaba la cultura y que esta se encontraba en los monasterios. Además
necesitaba administradores y prelados, lo que hizo que los buscar en los
monasterios de España, Inglaterra e Italia. Así Alcuino, un monje anglosajón,
organizó las escuelas carolingias y promocionó las de las principales aba
dias como la de San Martín de Torus, la
de Orleáns, la de Lyón, la de Saint-Riquier, la de Reims y la de Sans.
Los monasterios habían ido surgiendo al principio casi de forma
espontánea. Las primeras influencias surgen en la Italia meridional de Apulia y
Calabria, que mantienen las tradiciones egipcias, griegas y bizantinas. Allí se
copian manuscritos y se mantiene el interés por los autores clásicos.
De Italia pasan a Francia donde, como hemos visto, mantienen y elevan el
nivel intelectual y espiritual del clero
El eremitismo occidental aparece con el
nacimiento de una sociedad urbana en los siglos XI y XII. Martín de Tours y
Juan Casiano contribuyeron a extenderlo por occidente.
EL RENACIMIENTO CULTURAL CAROLINGIO
El esfuerzo por construir un Imperio fuerte quizás tuvo sus frutos más
perdurables en el terreno de la cultura.
No se pretendió una creación original, sino obtener una mejor
preparación de los funcionarios y sacar al clero de su ignorancia.
En este camino los futuros sacerdotes deben conocer las escrituras y la
ordenación de las ceremonias del culto, para ello se multiplicaron las escuelas
monacales y catedralicias.
La cultura carolingia no nació con intención de originalidad, sino la de
sentar las bases para acceder a verdades clásicas ya establecidas.
Al frente de esta renovación cultural se encuentra Alcuino de York, sus
reformas fundamentales se basan en la conservación de la lengua latina que
perdía terreno frente a la lengua vulgar, la creación de escuelas, la
institucionalización de la cultura y la ampliación del contenido de la
educación y las materias que se enseñaban.
El ansia de saber se despertó e inundó las bibliotecas de los
monasterios. Los monjes se especializaron en la copia de códices en letra
minúscula carolina. Se imitan temas clásicos y se utilizan algunos temas
indígenas, como en la capilla palatina de Aquisgrán.
LA IGLESIA EN PODER DE LOS LAICOS:
NICOLAISMO, SIMONIA E INVESTIDURA LAICA.
Toda la Europa laica, pero también la
eclesiástica, había entrado en el sistema de que ningún hombre quedara sin
señor. Para la Iglesia tal fórmula significó el desprestigio y la ruina.
La sociedad aparecía como una confusa mezcla en que la división del
trabajo se olvidaba: el noble guerrero se convertía en abad y el obispo
encabezaba a sus huestes de vasallos para enfrentarlas a las de otros nobles.
La Iglesia se precipitaba en el mismo abismo que la sociedad feudal al
encontrarse prisionera del poder y de las riquezas acumuladas. Cada región
metropolitana, cada diócesis cada arciprestazgo, cada parroquia quedan
aislados.
La Iglesia había tardado en triunfar entre las masas rurales. El
crecimiento de las comunidades cristianas se hacía de pueblo en pueblo y de
ciudad en ciudad, pero las zonas rurales quedaban marginadas, por lo que la
jerarquía eclesiástica autorizó la fundación de iglesias privadas por parte de
personas poderosas en sus dominios señoriales.
Los peligros eran graves, los templos pasaban a ser propiedad del señor
y este pretendía obtener de ellos diezmos de los fieles, el sacerdote en la
medida que es hombre, también pertenece al señor.
Por esta concepción las iglesias, abadías e incluso obispados, asentados
en propiedad privada, eran bienes inmuebles y podían comprarse, venderse,
transmitirse en herencia, cambiarse, fraccionarse. Los diezmos eran de libre
disposición del propietario, quién podía nombrar el clérigo que era considerado
como vasallo, y su cargo como feudo.
Cualquier particular podía tener su iglesia, y el estatuto que
subordinaba a los clérigos de los obispos desapareció.
El señorío feudal era autárquico incluso en el plano religioso. Incluso
monasterios cayeron en el sistema, y algunos obispos y abades participaron del
mismo.
Del régimen señorial se pasó al feudal. La iglesia se consideraba otro
ingreso como el molino o el horno, se pasó a la iglesia como un feudo, sujeta a
sus leyes, incluso a hacerlas hereditarias.
Las riquezas territoriales habían obligado a la Iglesia a implicarse en
el sistema económico y social del régimen feudal. Los obispos y los abades
quedaron asimilados a la alta nobleza, investidos por los príncipes y reyes al
principio y más tarde por nobles de los que se convertían en vasallos.
La Iglesia quedaba así convertida en instrumento de los hombres. El
nivel de la vida religiosa desciende, el bajo clero esta carente de instrucción
y falto de dignidad, la religión se invadió de mitos haciéndose casi pagana.
Los teólogos desaparecen hasta el año 1.000, por una falta de capacidad intelectual
unida a la tradicional falta de preocupación occidental por los problemas de
fe.
En este ambiente la Iglesia sucumbe sobre todo con los dos más
frecuentes pecados: la simonía y el nicolaismo.
La simonía consistía en la compra-venta de actos o cargos espirituales y
sacramentales, lo que la feudalización de la Iglesia contribuyó a aumentar. Los
beneficios se compraban al margen de los valores morales o religiosos, el
tráfico de bienes religiosos se vinculaba hereditariamente a las familias. Los
metropolitanos comenzaron a exigir derechos por consagrar obispos, estos por
ordenar sacerdotes y estos por administrar los sacramentos.
El nicolaismo alude a la relajación de las costumbres del clero, sobre
todo la incontinencia clerical. El disfrute de concubinas hizo a los sacerdotes
rodearse de hijos a los que aspiraba a dotarles de herencia, la más importante
su propia iglesia.
EL PONTIFICADO Y EL IMPERIO EN EL SIGLO
X Y PRIMERA MITAD DEL SIGLO XI
Tras la muerte del Papa Gregorio I habían quedado demasiadas cosas
resueltas sólo parcialmente. Los pontífices de los siglos VII y X parecen vivir
sin referencias exteriores, sus pontificados duran un promedio de cinco años.
En los siglos IX y X desaparecido el Imperio, la Iglesia debía responder
a la construcción unitaria que juntos habían tratado de levantar.
El mantenimiento del estatus de la Iglesia lo salva entre los años 858 y
867 el papa Nicolás I. Proclama la supremacía de la sede de Roma ante
Constantinopla, frente a los poderosos obispos franceses y frente a los
monarcas galos se impone su autoridad. Los criterios fueron los de siempre:
inviolabilidad de lo espiritual y primacía pontifical; apoyandose incluso en
falsos documentos.
Nicolás I se considera mediador entre Cristo y el hombre y su papel es
el de monarca universal, instituido por Dios.
Los acontecimientos de finales del siglo X y primera mitad del XI
recordaron a la Iglesia la necesidad de contar con el apoyo de un emperador
fuerte.
Durante cien años el papado se
hundió, débil y dependiente de la aristocracia romana. Afortunadamente apareció
un nuevo emperador, Otón I coronado por Juan XII el 2 de Febrero del 962, había
acudido en defensa del papado y en su coronación se sirve del poder de la
Iglesia para afirmar el suyo. En lo sucesivo designar papas no italianos,
que se subordinen al Imperio, convirtiendo la sede de Roma en un obispado
alemán más, el cesaropapismo vuelve a
triunfar.
Tras la muerte del emperador Enrique III en 1056, el plan ideológico
redactado por el papa Nicolás I comenzó a tomar cuerpo. El Papado una vez
recuperado por el Imperio proseguía su objetivo de consolidarse por encima de
cualquier poder terrenal.
Al comenzar el siglo XI la libertad del Papado había quedado subordinada
al Imperio. El emperador pretendía convertir al Papa en obispo de Roma, súbdito
de su autoridad, por lo que la Iglesia en los territorios no sometidos al
Imperio, no aceptaba las directrices pontificias por considerarlas mediatizadas.
Enrique III había favorecido la reforma cluniacense a favor de la mayor
autoridad del papa y de la difusión de la regla de dicha orden por Italia y
Alemania. La lucha contra la simonía y el concubinato no fue fácil, y las
diferencias ideológicas se mezclaron en Italia con un sentimiento
antigermánico.
El sínodo de Letrán de 1059 aumentó el poder de la Curia al excluir a
los laicos de la elección del Papa, encomendando esta función al Sacro Colegio
Cardenalicio representante del clero romano.
LA RENOVACIÓN MONÁSTICA: CLUNY
El monasterio de Cluny se comienza a
construir en el año 910. Su regla es la vieja benedictina: pobreza, castidad y
obediencia, humildad y penitencia, Se refuerza con el silencio de los monjes y
la solemnidad del canto litúrgico.
El cultivo del campo se encomienda a colonos y siervos, y la plegaria
pública es la primera actividad de los monjes. La reforma de Cluny se asienta
en una nueva fundación de la Orden: sobre la vida propia de cada comunidad se
impone un gobierno muy centralizado que dirige el abad de la casa madre. Sobre él sólo se sitúa la Santa Sede que
puede intervenir en lo espiritual, situándose por encima del clero ordinario y
de los obispos que no pueden intervenir en sus asuntos.
Nace con ellos la primera Orden Religiosa de la Iglesia. Su éxito se
basa en la capacidad de los primeros abades, el atractivo de una regla que no
permite injerencias laicas, el apoyo del Papado frente a algunos obispados y su
localización geográfica en el corazón de Europa.
EL RENACIMIENTO CULTURAL OTONIANO
A pesar del estado del Papado sometido a algunas familias romanas y a
una parte del alto clero, la reforma de los monjes cluniacenses tuvo enorme
éxito al independizarse de la jerarquía de sus obispos diocesanos, El abad de
Cluny se convirtió en la personalidad m s importante de la Iglesia detrás
del Papa, algunos le llamaron el "papa negro" por su hábito.
Los monjes de Cluny apoyaron al papa Benedicto VII en su condena de la
simonía. Pero la cultura continuó siendo patrimonio exclusivo del clero, la
masa vivía en la ignorancia, sólo los troveros y algunas vidas de santos
llegaban al pueblo.
La enseñanza estaba orientada y dirigida por la Iglesia, se enseñaba
latín, gramática, retórica, dialéctica, música, astronomía, matemáticas y
geometría. Se leían autores clásicos y en algunas escuelas se enseñaba
teología, que era el saber máximo.
Las escuelas eran monásticas y episcopales, las cortes nobiliares no
prestaban interés a la cultura, Los grandes centros fueron Chartres, Reims,
Saint-Gall, Reichenau y Prum en Francia; en Alemania la abadía de Fulda.
La literatura profana estaba caracterizada de un vivo realismo,
destacando el obispo de Cremona, Liutprando, y Gerberga iniciadora del teatro
religioso.
En el siglo X la figura más conocida es Gerberto, visitó Cataluña y
Córdoba para iniciarse en la ciencia árabe.
EUROPA DESDE COMIENZOS DEL SIGLO X A
MEDIADOS DEL SIGLO XI. LARESTAURACIÓN IMPERIAL Y LA FORMACIÓN DE LAS NUEVAS
NACIONALIDADES.
EL MILENARIO Y SU SENTIDO
La vida económica social y cultural del
siglo X alcanzó indudables avances, con respecto al anterior, en los países del
Occidente de Europa.
La explosión demográfica había comenzado ya, ocasionando importantes
migraciones, roturaciones de nuevas tierras, un considerable desarrollo urbano,
la caracterización de la burguesía y una profunda transformación de la sociedad
y el Estado. La espiritualidad cristiana, en uno de sus momentos de mayor
declive, comienza ya en el propio siglo X a desarrollar las fuerzas que le
permitirán remontar la postración en la que había caído.
RESTAURACIÓN IMPERIAL. LA GÉNESIS DEL
SACRO IMPERIO. LOS TRES OTONES. ENRIQUE DE BAVIERA Y CONRADO II
Los últimos reyes carolingios de Alemania no habían podido impedir las
devastaciones de los húngaros. A la muerte de Luis el Niño (911) Germanía se
encontraba dividida en cinco grandes ducados: Sajonia, Baviera, Franconia,
Suabia y Lorena.
Los cuatro primeros ducados eligieron rey en 911 al duque de Franconía,
Conrado I (911-918) quien buscó el apoyo del alto clero para enfrentarse al
feudalismo, favoreció al alto clero convirtiendo a los obispos en altos
funcionarios. Lorena, el quinto ducado, se unió a Francia durante catorce años,
al cabo de los cuales se volvió a vincular a Alemania.
Al fallecer Conrado I, los duques o príncipes eligieron rey al duque de Sajonía Enrique I
(919-936) hijo de Otón el ilustre. Devolvió a la monarquía su prestigio al
enfrentarse con los daneses, eslavos y húngaros, fortificando la frontera
oriental y preparando el camino a su hijo Otón I.
Otón I el Grande (936-973) se había asociado al trono en el año 929 al
ser designado por este sucesor, y fue efectivamente elegido en el 936. Los
nobles le juraron fidelidad y los cuatro duques pasaron a ocupar los oficios de
mayor rango de la corte otónida. Otón superó rápidamente la rivalidad de sus
hermanos y pasó a consolidar el reino de su padre, contando con el apoyo de obispos
y abades designados entre sus parientes y amigos; y con los cuatro duques de
Franconía, Suabía, Baviera y Lorena.
En el 951 conquistó Italia, tomando el título de rey de los francos y
lombardos, al igual que Carlomagno. Estableció relaciones amistosas con el emir
de Córdoba Abd al-Rahman III. En el 955 emprendió una campaña contra los
húngaros, derrotándolos por mucho tiempo y restableciendo la Marca del Este,
estableciendo comunidades cristianas en Hungría.
Otón se proclamó rey por la Gracia de Dios, y en el 961 adoptó a su
hijo, Otón II, como rey-colega. Volvió a Italia a ayudar al Papa, confirmando
las donaciones hechas por Carlomagno al Papado, y siendo proclamado por segunda
vez emperador y coronado por Juan XII.
La renovación imperial otónida, de inspiración carolingia acentuó el
carácter sacral de la unción, que convertía al "ungido del señor" en
participe del ministerio episcopal y mediador entre la Iglesia y el pueblo
fiel. La intervención papal implicaba su derecho a aprobar al elegido como
emperador.
Esta intervención papal en los asuntos terrenales pronto tuvo
consecuencias. El papa Juan XII al advertir que la opinión pública italiana se
había puesto en contra de los alemanes, intentó aliarse con Adalberto.
Otón acusó al Papa de indignidad,
lo depuso y eligió a León VIII. Pero los ciudadanos romanos no le aceptaron y a
la muerte de Juan XII, eligieron a Benedicto V.
Otón I acudió a Italia, derrotó a los rebeldes, llamó a su hijo Otón II
e hizo que el nuevo papa Juan XIII le coronara emperador, en vida de su padre.
Para conseguir dominar Italia, y a falta de fuerzas militares, casó a su hijo
con una princesa bizantina.
El Imperio Otónida estaba formado ahora por los reinos de Alemania e
Italia, el de Borgoña estaba supeditado, al igual que los ducados de Bohemia, y
Polonia. Comenzó la expansión germana hacia el Este, creando obispados en
Magdeburgo y Poznan en Polonia.
A la muerte de Otón I, le sucedió su hijo Otón II, sin grandes dificultades.
Más culto que su padre e igualmente enérgico, continuó con la misma política,
pero al ser derrotado por los musulmanes comenzó a desconfiar de los italianos
La oportunidad la intentaron aprovechar los daneses y los eslavos. Otón II
murió pronto, dejando un hijo Otón III que fue coronado emperador a los tres
años de edad, su madre y su abuela se convirtieron en regentes, apoyadas por la
Iglesia y la nobleza.
Otón III asumió la corona imperial al cumplir 17 años (996), y se
propuso acrecentar el prestigio de su familia renovando el viejo Imperio
Romano. Inteligente y lúcido se quiso remontar a la antiguedad, intentó hacer
renacer Roma estableciéndose en el palacio de Aventino.
Buscó nuevas relaciones con la Iglesia. Designó Papa a su maestro
Gerberto con el nombre de Silvestre II. El emperador con la nueva doctrina se
denominaba "siervo de Jesucristo y de los apóstoles", encontrándose
investido para la gestión de los asuntos temporales. El Papa se reservaba lo
que afectara a la esfera espiritual.
Una sublevación puso fin en el año 1001 al intento, poco después moría
el Emperador (1002) y el Papa (1003).
Enrique II el Santo, era duque de
Baviera, y sucedió a su primo Otón III en los tronos de Germanía e Italia.
Logró la corona imperial en 1014, al entregarle el Papa Benedicto VIII el globo
imperial. Utilizó a la Iglesia como instrumento de orden, y pacificó Borgoña,
Bohemia, Polonia e Italia.
Al morir Enrique II se produce en el Imperio un cambio de dinastía. A la
casa de Sajonia le sucede la de Franconia, con su primer soberano Conrado II,
descendiente de Otón I. Fue el candidato del alto clero italiano y alemán, fue
coronado en Roma, se anexionó Borgoña y favoreció a la baja nobleza para
socavar el poder de los grandes nobles, pero no se interesó por la reforma
religiosa.
LA MONARQUÍA FEUDAL EN FRANCIA. LOS
ÚLTIMOS CAROLINGIOS Y EL ADVENIMIENTO DE LOS CAPETO.
Francia que había conseguido gran
prestigio en los siglos VIII y IX había quedado relegada a un segundo lugar a fines
del siglo IX al estar separada del Imperio que había restaurado la dinastía
carolingia.
Gracias al prestigio legitimista entre la nobleza, la candidatura al
trono del conde de París Eudo, prevaleció frente a la de Carlos el Simple, hijo
póstumo de Luis el Tartamudo y nieto de Carlos del Calvo.
Un acuerdo con los robertianos (futuros capetos) permitió a los
legitimistas reinar hasta la muerte de Luis V (987), siendo entonces coronado
Hugo Capeto como "rey de los francos por la gracia de Dios". Con ‚l
daba comienzo la dinastía Capeta (987-1328) que se tuvo que enfrentar al
pujante feudalismo galo para defender los derechos de la corona.
Su esfuerzo constante se dirige a reconstruir unidades políticas cada
vez más grandes y viables.
La aparición de Hugo Capeto en el año
987 no tiene nada nuevo ni revolucionario, desde Eudo su familia había reinado
en la Isla de Francia; la novedad es que desde el 987 Hugo Capeto
asegurar el título en el seno de la familia, con su decisión de asociar
al trono a su hijo, hasta que fue posible hacerlo hereditario.
Los primeros Capetos se contentaron con sobrevivir hasta 1060,
gobernando apenas en sus propios dominios territoriales (París, Orleáns,
Melun), en el resto de Francia poco pudieron hacer frente a los príncipes
feudales. Hacia 1030 los Capeto, herederos de la tradición carolingia,
trasladan la capital de Orleáns a París.
Cuando Hugo Capeto logró ser elegigo rey en 987, existía en Francia un
mosaico de principados o grandes territorios, de hecho autónomos. Los cinco
ducados periféricos eran los más importantes junto a los siete condados, La
extensión del dominio real era inferior
a la de los mencionados ducados, e incluso de varios condados, pero su
situación estratégica favorecía el engrandecimiento. Al margen de su territorio
dominal, la autoridad del rey era muy problemática en el resto. La soberanía
era sólo teórica, al haber sido elegido por los nobles, pero Hugo y sus
sucesores fueron imponiendo la herencia de la corona en su familia.
Los poseedores de grandes feudos no
se recataban de luchar contra los Capetos. A Hugo I le sucedió su hijo
Roberto I el Piadoso y a este sucesivamente Enrique I y Felipe I, todos
lograron asegurar la herencia de la corona, pero no pudieron someter a todos
sus vasallos. El clero sin embargo les fue fiel, unciendo su monarquía de
carácter sacro.
LA FORMACIÓN DE LOS PRIMEROS ESTADOS DE
LA EUROPA CENTRAL Y ORIENTAL: POLONIA, HUNGRÍA, CROACIA Y SERVIA.
El espacio eslavo se había ido llenando desde principios del siglo VI, a
mediados del IX ocupaba un extenso territorio y había comenzado a diferenciarse
políticamente. El proceso continuó al compás de la cristianización, sus
resultados fueron visibles enseguida: desde el 950 en Bohemia, desde el 965 en
Polonia y a partir del 997 en Hungría. En la creación de estas tres
nacionalidades tropezaron con las mismas dificultades, el interés alemán por
dominarlo. En el área religiosa se crean unas jerarquías propias, el
área de la cristiandad occidental se extiende.
Junto a la labor critianizadora se había producido una diferenciación
social en las distintas tribus. Los polacos se vieron dirigidos por una
aristocracia militar, que gobernaba al campesino libre y a los esclavos.
Esta estratificación social se ha considerado el primer paso para la
posterior organización de los Estados eslavos. Entre los siglos VIII y X
configuraron una serie de Estados, algunos demasiado débiles acabaron pronto,
pero otros perdurarían siglos.
El régimen tribal continuó durante siglos conformando la vida de los
nuevos Estados. En Polonia ocho grandes tribus dominaban 250.000 Km2
subdividiéndose en unidades territoriales menores.
La masa campesina gozaba de libertad personal, pero fue progresivamente
feudalizándose. Los primeros estados fueron:
- Croacia del Norte, principado que
incluía los territorios de Panonia y Eslavonia, fundado en 795 como continuador
del efímero estado de la "Croacia Blanca".
- Croacia del Sur, se extendía por el
litoral del Adriático,
iniciado por Mislav hacia 835-845.
- La Gran Moravia (830-904) surgida por
la desintegración del Imperio carolingio.
- El Principado ruso de Kiev, la ciudad
eslava del siglo VII
- Bulgaria, reino eslavo cristiano
- El principado Checo, comenzado hacia
880
- El Reino de Croacia, unión de los
principados croatas, formado en 925
- Polonia, convertida en reino desde el
siglo IX, colonizada por los otónidas en el siglo X, unificada en 995 y
convertida en reino a fines del siglo XI.
- Servia, convertida en reino
independiente por Esteban I en 1217
LOS PAÍSES DEL ATLÁNTICO NORTE Y MOVIMIENTOS DE
UNIFICACIÓN INTERNA: NORUEGA, DINAMARCA Y SUECIA. LA NUEVA EXPANSIÓN DANESA EN
INGLATERRA (2ª OLEADA). CANUTO EL GRANDE (1016-1035).
Desde el siglo VIII hasta el XI los pueblos germánicos de la Península
Escandinava: suecos, noruegos y godos; y los daneses, también germánicos de la
Península de Jutlandia, se lanzaron hacia el mar, a la costa y ríos de los
países de Europa.
En el siglo X, en tiempos del rey Eduardo (959-975) de Inglaterra,
apoyado por el arzobispo de Canterbury, emprendió una activa reforma que tendía
a la plena fusión de los daneses con los anglosajones, para que formaran un
sólo pueblo unido, todos incluidos galeses y escoceses, se sometieron a su
autoridad. Pero su hijo Etelredo II aumentó los impuestos especiales para hacer
frente a nuevas incursiones danesas, destinados a pagar la retirada de los
invasores.
Svenón rey de los daneses emprendió una campaña, contando con el apoyo
de los campesinos de origen danés que habitaban las isla. Etelredo quiso
vengarse de estos y organizó una tremenda matanza de daneses (1002), lo que
motivó una no menos sangrienta represalia de Svenón que volvió a Inglaterra en
1013, y casi consiguió hacerse con el reino, pero murió en 1014, lo que
permitió a Etelredo y a su hijo Edmundo recobrar el control.
Ambos perecieron dos años después, y el hijo de Svenón, Canuto el Grande
se convirtió en dueño de Inglaterra, tendiendo pronto al apaciguamiento. Se le
consideró el monarca más poderoso del Norte de Europa, llegó a reunir las
coronas de Inglaterra, Suecia, Noruega y Dinamarca.
Su Imperio dominó por entero el mar del Norte durante unos años, pero se
deshizo en 1035 al morir aun joven el rey.
LA EXPANSIÓN ECONÓMICA.
TRANSFORMACIONES EN EL MEDIO RURAL Y URBANO. EL RENACIMIENTO COMERCIAL.
LA EXPANSIÓN DEMOGRÁFICA. CAUSAS Y
CONSECUENCIAS.
Desde el siglo X se produce en Europa
un importante aumento de la población que ocasiona grandes migraciones,
roturaciones de tierras nuevas, un considerable desarrollo urbano que facilita
la caracterización de la burguesía, y una profunda transformación de la
sociedad y el Estado.
Los soberanos supieron apoyarse en la nueva burguesía urbana para
reivindicar sus derechos frente a las usurpaciones nobiliarias.
La economía en general seguía siendo agrícola. La tierra había ido
pasando del Estado a los señores laicos o eclesiásticos, fragmentándose en
grandes dominios.
Junto a la agricultura y la
ganadería se abrieron de nuevo las rutas comerciales, se construyeron naves, se
levantaron puentes y se sustituyeron a los mercaderes sirios, compitiendo con
los judíos.
En las ciudades se comenzó a agrupar gran cantidad de mano de obra
excedente del campo, o que había tenido que ceder sus propiedades a un señor.
El artesanado prosperó y dio nombre a diversas calles edificadas al exterior de
los viejos muros.
Los mercaderes, negociantes y artesanos dieron lugar a la burguesía o
habitantes de los burgos. La circulación monetaria fue más intensa, se
diversificaron las acuñaciones, que se realizaban en cecas propiedad de los
señores laicos y eclesiásticos.
Las consecuencias de estos aumentos de la población fueron las campañas
de los normandos en Italia, la Reconquista en España, las Cruzadas en el
sudeste europeo, el incremento de la economía, el desarrollo de las ciudades y
el movimiento comunal. La Europa occidental acentuó su avance hacia el sur y el
este, mientras adquiría renovados empujes el desmonte y la puesta en cultivo de
nuevas tierras, sobre todo en la periferia septentrional y oriental del mundo
cristiano: Escandinavia y el espacio báltico.
FACTORES DE LA EXPANSIÓN AGRARIA:
INSTRUMENTOS, TÉCNICAS DE CULTIVO Y FUENTES DE ENERGÍA. LOS PRODUCTOS AGRARIOS
Y SU COMERCIALIZACIÓN. APROVECHAMIENTO DE BOSQUES Y BALDIOS. LA MIENRÍA. LA
PESCA.
En el occidente europeo se produjeron
durante los siglos XI y XII gran cantidad de roturaciones nuevas, lo que provocó
una fase expansiva en la agricultura, que se estabilizó durante el siglo XIII
por el hecho de que el desmonte había llegado al limite de los suelos
utilizables, por otra parte la difusión de la ganadería por el consumo de carne
en las ciudades y la demanda de lana por la industria textil, se oponía al
aumento de las tierras cultivables.
Con anterioridad al siglo XI las explotaciones rurales radicaban en los
grandes latinfudios nobiliares o eclesiásticos, con escaso interés por el
aumento de la producción ya que bastaba con obtener lo suficiente para hacer
frente a las propias necesidades. A partir del siglo XI se pusieron en labor
nuevas tierras, obteniendo mayores beneficios. Los propietarios de tierras
vírgenes, las pusieron en labor aprovechando el aumento en la mano de obra y
colonizando estas tierras, formándose nuevos asentamientos urbanos o villas
nuevas
La expansión de la economía agraria motivó una creciente movilidad de
los bienes de la tierra, así como el incremento de la circulación monetaria en
el campo. El alza de los precios benefició a los productores mientras que
arruinó a los nobles.
El freno a la colonización interior en el occidente europeo hace volver
la vista hacia las tierras del norte que aumentan su colonización, de tipo
militar, monástico, agrario minero y burgués en todo el espacio báltico. Abrió
nuevas tierras al cultivo cerealístico, impulsó la pesca en el Báltico y
estimuló todos los cambios. Los progresos en la periferia europea no sólo
compensaron la estabilización agraria en Occidente, sino que contribuyeron al
desarrollo del gran comercio.
El aumento de la productividad agrícola vino dado como consecuencia de
la mejora de las técnicas agrícolas. Se pasó de la fuerza humana y del utillaje
de madera y piedra, al empleo de la fuerzas auxiliares naturales o animales, y
la utilización creciente del hierro en el utillaje.
Entre los nuevos métodos de cultivo tuvieron especial importancia la
rotación de cultivos que permitió pasar del cultivo bienal al trienal. El
utillaje contribuyó a la mejora agrícola al aparecer el arado de dos ruedas y
vertedera, y utilizarse la fuerza animal, caballos y bueyes para el transporte
y el tiro. Además se propaga la utilización del molino de agua para
granos y olivas.
EL DESARROLLO URBANO EN LOS SIGLOS XI
AL XIII. RUPTURA O CONTINUIDAD CON EL PASADO ROMANO. ORGANIZACIÓN PROFESIONAL Y
ACTIVIDADES.
En los primeros siglos medievales las ciudades eran sólo sede de centros
administrativos, civiles y eclesiásticos, con una población de entre 5.000 y
6.000 personas. A partir del siglo X se habían ido agrupando nuevas gentes en
torno a los "castrum" señoriales, de las abadías y castillo,
surgiendo los burgos. A veces los centros de atracción eran monasterios
suburbanos o puertos.
Pronto los burgos contaron con parroquias y murallas propias. Los nuevos
y viejos núcleos urbanos se llenaban de alodiarios, pequeños propietarios
libres, poseedores de capitales líquidos, nobles inferiores, funcionarios,
clérigos, vasallos del señorio, comerciantes y artesanos. Comunidad importante en todas las ciudades
era la judía.
Muchas de las má s importantes
ciudades de la época, deben su esplendor al desarrollo del comercio. La
principal ciudad comercial fue Venecia, pero existieron muchas más: Génova,
Pisa, Marsella, Barcelona, etc. Se comerciaba con caballos, esclavos, telas,
trigo, oro, lana, marfil, sal. Gracias a estos productos se pudo desarrollar la
industria textil, se empezó a acuñar en oro y plata, los comerciantes
comenzaron a utilizar la numeración árabe, se inició una diplomacia
comercial instalando cónsules en las factorías orientales. De oriente se importaban sedas, piedras
preciosas, maderas raras especias, perfumes, azúcar o frutas exóticas y se
cambiaban por trigo, vino, pieles, lino, cáñamo y lana. Las naves comerciales se empleaban también
como de pasajeros.
Durante los siglos XII y XIII muchas ciudades crecieron
espectacularmente, multiplicando su superficie. Junto a la importancia de las
ciudades comerciales, no se debe olvidar el nacimiento o el desarrollo de las
ciudades asociadas a rutas de peregrinación.
El municipio es una forma de señorío colectivo popular, laico o
eclesiástico, que presta juramento de fidelidad y homenaje al señor. A su vez
el municipio es señorío, con poderes: legislativo, administrativo,
jurisdiccional, militar y económico. Junto al derecho feudal que explotaba a
los siervos en beneficio del señor, se desarrolla un nuevos derecho mercantil
que protege los intereses económicos de las gentes
de villas y ciudades.
Los comerciantes para protegerse se asociaban en "shildas",
"hasas" o "gremios", contra los derechos del señor feudal.
Primero se quisieron librar de las trabas que los señores les imponían a sus
negocios, muy pronto pidieron mayores libertades, y luego autoadministrarse.
Cuando obtenían sus peticiones, estas se reflejaban en una carta comunal.
Las ciudades se rodeaban de murallas flanqueadas por torreones, y con
puertas bien protegidas. En su interior se extendían las calles principales y
secundarias, en líneas sinuosas. No toda la ciudad se encontraba edificada, con
frecuencia aparecían huertos y corrales. La estrechez de las calles no permitía
la llegada de luz al suelo, el polvo, el barro, los escombros, la salida de
aguas residuales, hacían las ciudades poco saludables y un foco de epidemias.
LA RENOVACIÓN COMERCIAL. MEJORA DEL
TRANSPORTE Y DE LAS COMUNICACIONES. LOS PROGRESOS EN LAS TÉCNICAS COMERCIALES:
MONEDA DE ORO, EL CRÉDITO Y LA BANCA. PRINCIPALES PRODUCTOS DEL COMERCIO, LOS
GRANDES FOCOS DE COMERCIO INTERNACIONAL. LAS FERIAS DE CHAMPAGNE. LAS GRANDES
CORRIENTES COMERCIALES.
A partir del siglo XII mejora la técnica de la navegación con la
adopción de la brújula, el astrolabio y el timón fijo en el codaste. Los barcos
típicamente mercantiles fueron las cocas, fuertes y de gran capacidad de carga.
Las rutas comerciales de los siglos anteriores seguían siendo las mismas, pero
los nuevos medios de navegación permitían no realizar cabotajes y si la
navegación de altura. Constantinopla
continuaba siendo el centro del comercio internacional, seguida por Alejandría.
La revolución comercial europea se consolidaría paulatinamente con la
colonización de Crimea por los genoveses, de Creta por los venecianos y de
Chipre por los franceses.
Los navíos procedentes de Oriente arribaban a Génova y Venecia, y más
tarde a Pisa, Nápoles y Amafi. Las sedas orientales se compraban a cambio de
los paños flamencos, franceses e ingleses. El estaño y el cobre de Inglaterra e
Irlanda se enviaba a Italia para reexportarlos a Alejandría.
Los puertos de la Corona de Aragón, Barcelona y Valencia competían en el
tráfico por el Mediterráneo.
Desde el siglo XIII predominó la exportación
de productos manufacturados a Oriente, los tejidos de lino y lana, los vidrios
y la bisutería, se intercambiaban por especias, perfumes, tintes, productos
químicos y farmaceúticos.
Por el Atlántico los paños de Flandes, de Brabante y Normandía llegaban
a la región del Rin y de allí a Austria y Rusia, mientras por el Báltico se
distribuían hasta Novogorod o bien se comerciaba con los puertos de Portugal o
las ciudades de Castilla.
Las relaciones comerciales de Génova con Bélgica y las de Holanda con
Inglaterra fueron muy activas desde el siglo XIII, y la exportación de lanas
fue la base de estas relaciones.
Los puertos del Báltico concluyeron un pacto de amistad y mutua libertad
de comercio en el siglo XIII, creando una liga denominada Hansa, con el
propósito de acabar con los piratas, fomentar el gran comercio y protegerse de
los príncipes deseosos de acabar con los privilegios.
1999 por Paya Frank
No hay comentarios:
Publicar un comentario