por Paya Frank
El JUDAÍSMO se refiere
a la religión, filosofía y forma de vida de los judíos. Esta expresión
fue utilizada por primera vez por los griegos en el Siglo I y es intercambiada con la palabra Torah (o Torá),
que significa doctrina o enseñanza. El Judaísmo abarca
una religión, un pueblo,
una nación: la tradición y la cultura del pueblo hebreo‐judío.
Principios religiosos monoteístas, éticos y de conducta, normas que abarcan todos los aspectos
de la
vida: desde que se nace hasta que se muere. El pueblo; pueblo judío; hebreos o israelitas, son las tres denominaciones que reciben
los judíos como tal, pueblo que tiene raíces comunes, una historia compartida desde la antigüedad hasta nuestros días. Un destino común, una tradición milenaria. Un origen común, relatado
en la Torah, los libros del Pentateuco
en el Antiguo
Testamento que todos conocemos. Cabe destacar que hay dos grandes etapas en sus historia bíblica,
la primera como Pueblo de Israel y la segunda como Pueblo Judío, separadas por el suceso histórico
del Exilio Babilónico entre en 587 a.C., lo cual a su vez consolidará
la religión judía como una religión
monoteísta.
El Judaísmo es la más antigua de las tres religiones
monoteístas más difundidas (junto con el Cristianismo y el Islam), conocidas también como «religiones del libro» o «abrahámicas», y la menor de
ellas en número de fieles.
Del judaísmo se desglosaron, históricamente, las otras dos. Aunque no existe
un cuerpo único que sistematice y fije el contenido dogmático del judaísmo, su práctica se basa en las enseñanzas contenidas en la Torah, también
llamado Pentateuco, que a su vez, es uno de los tres libros que conforman el Tanak (o Antiguo Testamento, según el Cristianismo), los que se
consideran
de inspiración divina. Otra de las características del Judaísmo, que lo diferencia de las otras religiones monoteístas, radica en que se considera no sólo como una religión, sino también como una tradición y una cultura. Las otras religiones trascienden
varias naciones y culturas, mientras que el Judaísmo se considera la religión y la cultura
de un pueblo específico. No exige de los no judíos unirse
al pueblo judío ni adoptar
su religión. La religión, la cultura y el pueblo judío pueden considerarse conceptos separados,
pero están estrechamente interrelacionados. La tradición
y la cultura judía son muy diversas
y heterogéneas, ya
que
se
desarrollaron de modos
distintos en las diferentes comunidades, y cada comunidad local incorporó elementos culturales de los distintos
países en los que vivieron
los judíos a partir
de la dispersión.
EL PUEBLO DE ISRAEL – LOS HEBREOS
El judaísmo es también una nación, cuya conformación
se remonta a la antigüedad, por el siglo XIX
a.C., cerca del año 1850 a.C.. Desde entonces, los judíos han poseído
una tierra histórica
en común: La TIERRA DE ISRAEL (antes llamada
Canaán y luego Palestina) prometida
al primer patriarca
Abraham en el primer PACTO:
«El Señor dijo a Abrám: "Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y
ve
al país que yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y
serás una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré
al que te maldiga, y por ti se bendecirán
todos los pueblos
de la tierra". Abrám partió, como el Señor se lo había ordenado... Cuando
salió de Jarán, Abrám tenía
setenta y
cinco años» (Génesis 12:1‐4)…
«El Señor dijo a Abrám: "Levanta los ojos, y desde el lugar donde
éstas, mira hacia el norte y el sur, hacia el este y el oeste, porque toda la tierra
que alcances a ver,
te la daré a
ti y
a tu descendencia para siempre. Yo haré que tu descendencia sea numerosa como el polvo de la tierra.
Si alguien puede contar los granos de polvo, también
podrá contar tu descendencia. Ahora recorre
el país a lo largo y
a lo
ancho, porque yo te lo daré". Entonces Abrám trasladó su campamento y fue a establecerse en Hebrón. Allí erigió un altar al
Señor» (Génesis 13:14‐18).
«Cuando Abrám tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo:
"Yo soy el Dios
Todopoderoso.
Camina en mi presencia y sé irreprochable. Yo haré una Alianza contigo, y te daré una descendencia muy numerosa". Abrám cayó con el rostro
en tierra, mientras Dios le seguía
diciendo: "Esta será mi alianza contigo: tú serás el padre de una multitud
de naciones. Y ya no te llamarás más Abrám:
en adelante tu nombre será Abraham, para indicar que yo te he constituido padre de una multitud de
naciones. Te haré extraordinariamente fecundo: de ti suscitaré naciones, y
de
ti nacerán reyes. Estableceré mi alianza
contigo y con tu descendencia a
través de las generaciones. Mi alianza será una alianza eterna, y así yo seré tu Dios y
el de tus descendientes. Yo te daré en posesión perpetua, a ti y
a
tus descendientes,
toda la tierra
de Canaán, esa tierra donde ahora resides como extranjero, y yo seré su
Dios". Después, Dios dijo a
Abraham: "Tú, por tu parte, serás fiel a
mi alianza; tú, y también tus descendientes, a lo largo de las generaciones. Y ésta
es mi Alianza con ustedes, a la que permanecerán fieles tú y tus descendientes; todos los varones deberán ser circuncidados». (Génesis
17:1‐5).
Los hebreos confían
en un solo Dios, que reveló
la LEY a su pueblo. Descendientes de los antiguos hebreos, Abram (nacido en Ur de los Caledos –actualmente
Irak– hacia el 2000 a.C.), fue el
primer líder llamado por Dios a seguir su promesa: Una nueva tierra, una infinita descendencia y su especial bendición.
Abram
decide atender al llamado de Dios y responder con una fidelidad inquebrantable de fe, y emigró a la tierra CANAÁN. Dios renombraría luego a Abram como ABRAHAM, el Padre
de las Naciones, señalando
que su paternidad será la del Pueblo de Dios.
El PACTO hecho a ABRAHAM será luego ratificado por Dios al linaje
descendiente, en su
hijo Isaac y luego en su nieto Jacob. Estos tres personajes históricos son conocidos
como los PATRIARCAS, los padres
de la
fe. Debido a la gran sequía que azotó todo
Medio Oriente, Jacob y sus 12 hijos irán a vivir a Egipto,
lugar en donde su hijo José había llegado a ser gobernador luego de un tortuoso camino. Para su organización, cada uno de los 12 hijos de Jacob será cabeza de un clan que llevará su nombre, y así, al crecer las familias,
los clanes pasaron a llamarse tribus: las «tribus
hijas de Jacob», quien a su vez es re‐
nombrado por Dios como Israel, por lo cual su descendencia
se llamará el PUEBLO DE
ISRAEL.
Al pasar el tiempo, los nuevos faraones de Egipto vieron en el pueblo hebreo una amenaza por lo cual decidieron esclavizarlos. Será entonces que Dios «escucha el clamor de su Pueblo»
y renovará su PACTO en la persona de MOISÉS, líder y legislador de los hebreos, el que inspirado por Dios, conducirá al
pueblo hacia su liberación de Egipto hasta la nueva tierra; una TIERRA PROMETIDA, «tierra en la que fluye
leche y miel» y en la cual gozarán de la especial bendición de Dios. Pero en el largo camino de 40 años
por el desierto, el pueblo pierde la fe y allí la Tierra Prometida,
se convertirá en simple tierra, una tierra
por la que ellos deberán luchar para conquistarla, porque rechazaron el camino de Dios. Es durante la caminata por el desierto que Dios entrega la nueva LEY a MOISÉS en el Monte Sinaí, que busca la sana convivencia del pueblo y una férrea fidelidad a Dios: éstos son los 10 MANDAMIENTOS y el resto de la LEY relatada en los libros de la TORAH. Moisés alcanza a ver de lejos la tierra en la que quedarán
las futuras generaciones antes
de morir, y será su reemplazante JOSUÉ quien tendrá la misión de ingresar –con la ayuda de Dios– a la «tierra de sus padres»:
Canaán. Luego serán los JUECES, líderes religiosos y caudillos militares elegidos
por Dios, quienes oficiarán
la gobernación del pueblo hasta el establecimiento
de la monarquía.
«Éste es el mandamiento, y éstos son los preceptos y las leyes que el Señor, su Dios, ordenó que
les enseñara a practicar en el país del que van a
tomar posesión. A fin de que temas al Señor, tu Dios,
observando constantemente todos los preceptos y mandamientos que yo te
prescribo, y así tengas una
larga vida, lo mismo que tu hijo y tu nieto. Por eso, escucha, Israel, y empéñate en cumplirlos. Así
gozarás de bienestar
y llegarás a ser muy numeroso en la tierra
que mana leche y miel, como el Señor, tu Dios, te
lo ha prometido. Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón,
con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Graba en tu
corazón estas palabras que yo te dicto
hoy. Incúlcalas a tus hijos,
y háblales de ellas cuando estés en tu
casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte.
Átalas a tu mano como un signo, y que estén como una marca sobre tu frente.
Escríbelas en las puertas de tu casa y
en sus postes. Cuando el Señor, tu Dios te introduzca en la tierra que Él te dará, –porque así lo juró a tus padres, a Abraham,
a Isaac y a Jacob– en ciudades grandes y
prósperas que tú no levantaste;
en casas colmadas de toda clase de bienes, que tú no acumulaste; en pozos que tú no cavaste; en viñedos
y olivares que tú
no plantaste, y cuando comas hasta saciarte, ten cuidado de no olvidar al Señor que te hizo salir de Egipto,
de un lugar de esclavitud.
[…] Observen cuidadosamente los mandamientos del Señor,
su Dios, y las instrucciones y los preceptos que él te
dio. Practica lo que es recto y bueno a los ojos del Señor, para ser feliz e ir a tomar posesión de la hermosa tierra que él prometió con un juramento a
tus padres. Porque el Señor expulsará a todos
los enemigos
que encuentres a tu paso, como te lo ha anunciado. Y
cuando tu hijo te
pregunte el día de mañana:
"¿Qué significan esas normas, esos preceptos y
esas
leyes que el Señor nos ha impuesto?", tú deberás responderle: "Nosotros fuimos esclavos
del Faraón en Egipto, pero el Señor
nos hizo salir de allí con mano poderosa. Él realizó, ante nuestros mismos
ojos, grandes signos y
tremendos prodigios contra
Egipto, contra el Faraón y contra toda su casa. Él nos hizo salir de allí y
nos condujo para darnos la tierra
que había prometido
a nuestros padres con un juramento. Él Señor nos ordenó
practicar todos estos preceptos y
temerlo a él, para que siempre fuéramos felices
y para conservamos la vida, como ahora sucede. Y esta será nuestra justicia:
observar y poner en práctica todos estos mandamientos delante
del Señor, nuestro Dios, como él nos lo ordenó"» (Deuteronomio 6).
EL REINO DE
ISRAEL
Una vez más, el pueblo rechaza el cuidado de Dios y con la consigna de
«ser como las otras naciones» piden a Samuel por un rey (ver 1ª Samuel 8‐9). No sin antes advertir al pueblo
los poderes de un rey, Dios permitió
a Samuel, el último juez de Israel, que ungiera a Saúl como rey, valiente aunque vanidoso guerrero.
Debido a su mala actitud como rey, Saúl será reemplazado
por el inolvidable rey David, quien siendo sólo un joven músico y pastor de ovejas vence al enorme Goliat demostrando una gran valentía y fe en Dios. David será recordado para siempre por su gran valor, carisma y fidelidad
a Dios, y su persona
forjará el prototipo del «nuevo Rey» o «Mesías»
que vendrá a salvar al pueblo de sus enemigos. El mismo David fundó Jerusalén como la nueva y perpetua
capital de todo el pueblo, el reino y la religión. Será el hijo de David, Salomón, quien realizará una de
las obras que cambiaría para siempre la historia
y fe del pueblo: el TEMPLO DE JERUSALÉN. El Templo constituirá el centro de la fe judía hasta la
actualidad (del que sólo queda una pared: el muro de los lamentos).
En aquella época se establece
que Dios está presente únicamente en el Templo, por lo cual todos los hebreos tenían la obligación
de venir a adorar a Dios a Jerusalén,
requerimiento que traerá
graves
consecuencias,
las que
junto
a
movimientos políticos y de poder, harían que entre las tribus que conformaron
el Reino de Israel se separaran en 2 reinos
que nunca más volverían a unirse: el REINO DEL NORTE O ISRAEL que será muy
influenciado por las otras religiones
y la idolatría (conquistado por el IMPERIO ASIRIO en el 722 a.C.); y el REINO DEL SUR O JUDÁ, que logrará mantener
la tradición antigua
incluso luego de la conquista
y exilio por el IMPERIO BABILÓNICO (entre el 597 y el 537 a.C.). A pesar de haber perdido la tierra y vivir en el exilio o en la esclavitud, el pueblo hebreo continuó creciendo en su fe hasta consolidar, durante el exilio, lo que será
el judaísmo como una religión
establecida y ordenada. El exilio babilónico dará comienzo a un nuevo
período en la historia
del pueblo: la DIÁSPORA, la vida del pueblo separado
de su tierra. Luego de cada conquista por los poderosos imperios, se dará una nueva diáspora, lo que se traduce en pequeñas colonias hebreas alredor
del mundo, que luego del exilio, serán unidas
por la fe judía hasta la actualidad. Sólo la renovada esperanza en una NUEVA ALIANZA de Dios con su pueblo golpeado y separado, podrá
mostrar el camino de la comunión con Dios a los hebreos.
«Llegarán los días –oráculo del Señor– en que estableceré una nueva Alianza
con la casa de Israel y la casa de Judá. No será como la Alianza que establecí con sus Padres el día
en que los tomé de la mano para hacerlos
salir del país de Egipto, mi Alianza
que ellos rompieron, aunque yo era su dueño –
oráculo del Señor–. Ésta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos
días – oráculo del Señor–: pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Y ya no tendrán
que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: "Conozcan al Señor". Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande –oráculo
del Señor–. Porque Yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado» (Jeremías 31:31‐34).
La comunidad hebrea de Israel fue dominada por varios antiguos y poderosos Imperios. Los asirios (siglos IX‐VI a.C.) fueron seguidos por los neo‐babilonios (siglo VI a.C.) y luego por los persas (siglos VI‐IV a.C.) hasta la conquista por parte de los griegos (siglos IV‐I a.C.). Es en esta época (hacia el
170 a.C.) cuando estalla una revolución encabezada por Judas Macabeo ("martillo", asmoneo)
que logra colocar a todo el territorio del antiguo Israel nuevamente bajo dominio judío y lograr
la soñada y utópica independencia,
que
sólo duraría 100 años hasta que el Reino Asmoneo pasara por último a
manos de los romanos. Es en el año 70 d.C. cuando estalla
una nueva rebelión y los romanos responden
con suma violencia, destruyendo el Segundo Templo y toda la ciudad de Jerusalén. Muchos habitantes
judíos son vendidos
como esclavos y esparcidos por los confines del Imperio Romano, proceso que se conoce
como la «DIÁSPORA». La historia de Masada demuestra
el arrojo de los soldados judíos de la época. Numerosas comunidades judías florecieron “dispersas” en el Imperio Persa y en el Imperio Romano.
EL JUDAÍSMO
El exilio en Babilonia
(587 a.C.) causó que las clases altas, los sacerdotes y
todos los que tenían
algún oficio salieran de Israel para instalarse en distintas partes del Imperio, mayoritariamente
en la
misma Babilonia. Insólitamente, el pueblo exiliado
fue objeto de una inusual independencia,
lo cual permitió que en la congoja
y remembranza del pasado, pudieran
sostenerse de su fe para forjar lo que
será una religión establecida, con escritos
sagrados (Torah), ritos establecidos y orden eclesiástico.
Es la lejanía de su tierra y una fuerte
autocrítica lo que conduce al pueblo exiliado a reencontrarse con su Dios en la esperanza
de
un nuevo Pacto y de su regreso a la tierra bendecida.
Esto no tardaría en cumplirse ya que los babilonios se ven rápidamente subyugados por el naciente Imperio Persa (537‐333 a.C.), que desde las montañas bajaron sin que nadie los pudiera detener, hasta conquistar
todo Medio Oriente y administrarlo por más de 2 siglos. Ciro, el rey persa, liberará a los –ahora–
judíos y les
permitirá el regreso a su hogar con la condición de que no se subleven
contra el Imperio; ayudándoles
incluso a reconstruir el Tempo destruido y quemado por los babilonios. En todo este tiempo, el pueblo
de Israel confirma que su tierra es dada por Dios para que el pueblo desarrolle ahí su vida basada en
los principios de fe y en la creencia de un solo Dios, creador del Cielo y de la Tierra,
y que ha establecido su ALIANZA ETERNA con los hijos de Abraham, Isaac y Jacob. Así, la antigua «fe de los padres» sellada
en Moisés y la Ley, será de aquí en más, la fe JUDÍA.
PRINCIPIOS RELIGIOSOS FUNDAMENTALES
Como lo hemos enunciado, el Judaísmo se trata de una fe basada principalmente en el MONOTEÍSMO (= creencia en la existencia de un único Dios) que es la creencia en la existencia de un solo
Dios, omnipresente e intangible, creador de todo lo que existe.
Si bien
hasta la época del exilio babilónico ellos tenían más bien una MONOLATRÍA (= la adoración a un solo Dios, pero con existencia de otros), su fe fue
madurando hasta lograr la pureza del monoteísmo que conocemos hoy
y que
los judeo‐ cristianos también confesamos.
Las reglas y rituales más importantes de la tradición judía son:
ü la realización de la CIRCUNCISIÓN a todos los niños a los ocho días de nacido (siguiendo la
prescripción hecha a Abraham).
ü el seguimiento del SHABBAT (= sábado) como el día Sagrado, dedicado obligatoriamente al descanso y al reposo.
ü La celebración del PÉSAJ (= salida) o Pascua judía como el evento más importante de la historia del pueblo (siguiendo la prescripción hecha a Moisés).
Las prohibiciones alimenticias como no comer
carne de cerdo ni tampoco la sangre de cualquier
animal, son comunes dentro del judaísmo. La ceremonia de iniciación a la adultez se produce con el BAR‐ MITZVAH, festejado
por todo judío varón a los 13 años. El idioma hebreo es el idioma obligatorio
para el
judaísmo. Si bien muchos en el mundo no lo dominan, la enseñanza y práctica de la fe judía se realiza casi exclusivamente en este idioma.
Durante el medioevo
el célebre filósofo y médico español MAIMÓNIDES, elaboró 13 principios en
los cuales se basa la fe judía. Ellos son:
1) la existencia de Dios
2) la creencia en la unicidad divina
3) la creencia en la incorporeidad de Dios
4) la creencia en la eternidad divina
5) la creencia en que sólo Dios debe ser venerado
6) la creencia en la profecía clásica
7) la creencia que Moisés fue el gran profeta
8) la creencia que la Torá proviene
de Dios
10) la creencia que Dios conoce
todos los pensamientos y acciones del hombre
11) la creencia en que Dios recompensa a los justos
y castiga a los malvados
12) la creencia en la llegada
del Mesías
13) la creencia en la resurrección de los muertos.
Si bien estos enunciados marcan un intento en la metodologización de la fe judía, ellos no han sido
aceptados íntegramente por los judíos
de su época.
La ESTRELLA DE DAVID (en hebreo Magen David), también
llamada «Escudo de David» o «Sello de Salomón», es uno de los símbolos del judaísmo.
Aunque tradicionalmente el distintivo religioso
del culto judío fue la MENORAH, el candelabro
ritual de siete brazos, el emblema compuesto por dos triángulos equiláteros
superpuestos formando una estrella de seis puntas se empleó
frecuentemente para distinguir
las
comunidades y distritos reservados para los judíos a partir
de la Edad Media. Con el establecimiento del Estado
de Israel, la estrella de David sobre la bandera azul y blanca se convirtió
en el símbolo del nuevo Estado.
EL CULTO JUDÍO
El liderazgo de la comunidad judía
tradicional está en manos de un RABINO o JAJAMIM, persona culta y docta en la HALAKÁH (= camino: la ley judía) que conduce a sus fieles no sólo en lo espiritual y religioso, celebrando
el culto judío, sus festividades y celebraciones, sino
que se gana el respeto de su grey
como
autoridad
moral y líder comunitario, brindando consejo, solucionando problemas
y
dirimiendo todos los conflictos que pudiesen suscitarse entre sus miembros.
Desde el año 70 d.C., fecha en la que el Segundo Templo de Jerusalén es destruido por el Imperio Romano, la SINAGOGA pasa a ser el lugar de preferencia
para el culto, aunque el judaísmo
no emite una preferencia sobre un lugar específico para dicha actividad. En
hebreo, la sinagoga se llama BET HAKENÉSET
o casa
de reunión. La sinagoga sirve tanto de lugar
de
reunión
como
de
encuentro comunitario,
para cuyo fin el rezo en público requiere de un mínimo de diez varones.
La sinagoga sustituye en
tal
función
al
Templo
de
Jerusalén, lugar único
de
oración y peregrinación hasta su desaparición
física. Del mismo modo, los sacrificios rituales
que allí se efectuaban fueron reemplazados por sendas plegarias, que el judío piadoso eleva
tres veces al día: al alba
(Shajarit), por la tarde (Minjá) y
al anochecer (Arvit). En días festivos se agrega
una cuarta a media mañana (Musaf), y sólo en Yom
Kipur se cierra la celebración
con una quinta plegaria (Ne'ilá).
Los hombres,
al entrar a la sinagoga, generalmente se ponen una KIPÁ (= cúpula, parte superior) o YARMULKE sobre su cabeza, simbolizando la necesidad de tener presente en
todo momento que Dios está por
encima de los hombres
y las cosas; y solo pretende
que la cabeza no quede
descubierta
ante
Dios.
Si
bien
la
costumbre de
llevar
KIPÁ no
proviene de un precepto
o
mandamiento
propiamente dicho, se ha
arraigado con el correr
de los siglos hasta convertirse en uno de los atributos más emblemáticos
del
Judaísmo También
se acostumbra utilizar espacios
normalmente destinados al estudio para la oración.
LIBROS FUNDAMENTALES DEL JUDAÍSMO
TANAK es el nombre de la BIBLIA HEBRAICA en donde se cuenta la historia del pueblo hebreo. Su parte más importante es la Torah, cuyos primeros cinco libros (o rollos)
incluyen las leyes y los diez mandamientos que Dios le reveló
a Moisés.
El judaísmo posee libros fundamentales que rigen su existencia, la
TANAK, para nosotros conocida
como el ANTIGUO TESTAMENTO, y el TALMUD:
· La Ley o Toráh
Libro de libros, llamado también Antiguo Testamento, está dividido en tres grandes partes. La
primera es la TORÁH, ley que abarca los primeros cinco libros,
llamados también "Pentateuco",
en hebreo "Jumash" (5), o LEY DE MOISÉS. Los cinco libros son: Génesis (Bereshit), Éxodo (Shmot),
Levítico (Vaikrá), Números
(Bemidbar) y Deuteronomio (Devarim). Abarcan
el período que va desde la
creación del mundo hasta la muerte de Moisés en víspera a la entrada a la Tierra Prometida (Canaán, Tierra de Israel).
· Los Profetas o Nebi’im
La segunda parte de la Biblia abarca un
extenso período que comprende
desde la conquista
hasta los últimos profetas: son los NEBI’IM (profetas). Los libros que contiene la historia
profética de Israel
son: Josué (período
de la conquista), Jueces I y II, de Samuel I y II, Reyes y los dedicados
a los tres grandes profetas Isaías, Jeremías y Ezequiel y los doce profetas menores,
entre los que se encuentran Amos, Malaji, Zacarías
y Jonás entre otros.
· Los Escritos o Ketubim
La tercera parte de la Biblia
son los KETUBIM (escritos), que están formados por el libro de los
salmos, proverbios, Job, Daniel, Esdras,
Nejemías, Rut, Cantares, Lamentaciones, Eclesiastés, Ester y Crónicas I y II. Abarcan un extenso período de varios siglos, que va desde el siglo VII a.C. hasta el período
persa, el retorno a Israel y la construcción del Segundo Templo de Jerusalén
(siglo V a.C.). Se
destacan aquí importantes libros filosóficos como el Eclesiastés, Job y proverbios, de enseñanzas morales y de vida. Job describe al hombre en una situación
especial, el dolor y la prueba.
Los 150 salmos atribuidos por la tradición
poética y sapiencial al Rey David,
son de constante inspiración
para el pueblo judío, fuente de consuelo en momentos aciagos de persecución y dolor, y fuente de regocijo en distintas festividades. Por todo lo dicho, es el TANAK (= Torah+Nebi’im+Ketubim) el
Libro de los Libros y, por extensión, el pueblo judío fue y es llamado
"El Pueblo del Libro".
· El Talmud
El TALMUD es una obra que recoge las discusiones rabínicas (maestros
judíos) sobre leyes,
tradiciones, costumbres, leyendas e historias del pueblo hebreo. El
Talmud se caracteriza por preservar la multiplicidad
de opiniones a través de un estilo de escritura pedagógica, mayoritariamente en forma de preguntas,
producto de un proceso de escritura grupal. Los Talmud’s
fueron redactados a lo largo de varios siglos por generaciones de rabinos de muchas academias rabínicas
de la antigüedad, siendo el Talmud de Jerusalén y el Talmud
de
Babilonia los más importantes. El judaísmo considera al Talmud la TRADICIÓN ORAL, mientras que la Toráh (el
Pentateuco) es considerada como TRADICIÓN ESCRITA. El Talmud extiende, explica y complementa a la Tanak,
pero no puede, por definición, contradecir a la Torah, que es la revelación
de
Dios por excelencia.
El paradigma de la HALAKÁH (= ley judía) supedita la autoridad
del Talmud y la tradición, a la de la Torah.
· La Halakáh
La HALAKÁH (= camino)
es la recopilación de las principales leyes judías, que incluyen las 613
MITZVOT (= mandamientos contenidos en la Torah),
y
posteriormente las leyes talmúdicas
y
rabínicas, así como sus tradiciones y costumbres, lo que se conoce comúnmente como la Ley Mosaica o Ley de Moisés.
El judaísmo no presenta
una clara distinción entre la vida religiosa y la no religiosa. Por lo tanto, la Halakáh no sólo guía las
prácticas y creencias religiosas, sino también el día a día, la vida cotidiana, la ley civil. El
nivel y la forma de observancia de las leyes
de la Halakáh varían de acuerdo con las distintas
comunidades y tendencias del judaísmo. Las comunidades ortodoxas
procuran una observancia completa, mientras
que las conservadoras son
menos estrictas, sin desconocer su existencia e importancia. Para la tendencia
reformista, la Halakáh
es una importante guía, pero no es prescriptiva.
Asimismo, existen grupos judíos que tienen una visión religiosa no rabínica, entendiendo que las leyes
emanan exclusivamente de la TANAK (Antiguo Testamento), pudiendo aceptarse diversas interpretaciones.
EL CALENDARIO JUDÍO
La particularidad del Calendario Judío
es un potente factor
para la supervivencia del Pueblo Judío. El respeto del SHABBAT y del resto del las festividades busca un lazo definitivo y fortalecido entre
los judíos. El calendario judío regula el ritmo de la vida de los judíos observantes de todo el mundo. Es un calendario
luni‐solar: los meses coinciden con el ciclo de la Luna, y las fiestas siempre caen en una misma
fase de ella. Los meses son, alternadamente, de 29 y 30 días. Para hacer
corresponder el año lunar
de 354 días con el solar de 365 se inserta un mes adicional
(Adar). Este ajuste asegura
que las fiestas caigan siempre
en la misma estación. Un día en el calendario
judío comienza al caer el sol y termina
al mismo momento del día siguiente (cerca de las 18:00 hrs.); la semana culmina en el Sabbat
que se remonta a la creación del
mundo con el descanso de Dios
«al séptimo día». Con la
aparición de la primera estrella en el cielo, los judíos celebran por varios días el Rosh Hashaná, el Año Nuevo hebreo o aniversario de la Creación.
Una semana después,
el pueblo judío conmemorará Yom Kippur (el Día del
Perdón). Ambas fiestas
sitúan a Dios como rey y Señor del mundo y conducen la reflexión
hacia la renuncia del poder, las riquezas,
y
la
exclusión,
entregándose por completo a Dios. Los días
excepcionales del calendario son Los DIEZ DÍAS
DE PENITENCIA (entre Rosh Hashaná y Yom Kippur).
Los años se numeran
a partir de la fecha tradicional de la creación del mundo, ajustada al 3.761 a.C.
Así, el año cristiano
comenzado en el otoño de 2.000 d.C. es el año 5.761 en el calendario judío. Vale destacar que esta forma de calendario se proviene
a lo más del siglo XI d.C., siendo
una reinterpretación de los antiguos
calendarios hebreos. Este “moderno” calendario establece la historia en “eras”
señalando el período antes de Cristo como la ERA JUDÍA, hasta la mismísima creación del mundo.
Vale destacar que la tradición judía ha rechazado
enérgicamente cualquiera otra nomenclatura
para los días de la semana que la tradicional, porque todas ellas, en los diferentes
idiomas latinos y europeos, están vinculadas con el nombre de ciertos astros reverenciados como dioses por los paganos antiguos, o con el nombre de ídolos paganos
directamente: Sunday/Sonntag = el Sol); Monday/Montag/Lunes = la Luna; Martes = Marte; Miércoles
= Mercurio); etc. Lo mismo con los meses
del año.
LAS FIESTAS JUDÍAS
Las tres principales festividades son de peregrinación (Shalosh Regalim): la Pascua (PÉSAJ), La Fiesta de las Semanas (SHAVUOT) y la de los Tabernáculos (SUCOT). El SHALOSH REGALIM
deriva del siguiente versículo bíblico:
«Tres veces al año celebrarás fiestas
en mi honor» (Éxodo 23:14).
Dentro de la palabra «regalim» se expresa la idea de una jornada a pie o de un peregrinaje,
elemento importante en la celebración de estas tres Festividades.
«Tres veces por año se presentarán todos los varones de tu pueblo ante el Eterno, tu Dios en el lugar que escogiere: en la festividad del pan ázimo, en el de las semanas y
en
el de las cabañas…» (Deuteronomio
16:16).
Las tres festividades llevan
las siguientes características en común:
|
Simbolizan algunas
ideas
centrales del Judaísmo
|
Se refieren a acontecimientos
importantes en la historia judía
|
Señalan y celebran las diferentes
cosechas
|
PÉSAJ
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La existencia
de Dios
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La liberación de los hebreos de
la esclavitud en Egipto
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Las primeras cosechas de
cebada
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SHAVUOT
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La revelación divina
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El recibimiento de las Tablas de
la Ley y la
constitución del pueblo
de Israel
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Cosecha del trigo y las
cosechas de las primicias de los frutos
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SUCOT
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La Divina Providencia
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El viaje
por el desierto hacia la
tierra de Israel
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La recolección de granos
y la
cosecha de frutas
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Las tres principales festividades de peregrinación (SHALOSH REGALIM) son:
ü LA FIESTA DE
LA PASCUA – PÉSAJ
El PÉSAJ (= saltear o salir), es la festividad judía que conmemora la salida del pueblo
judío de Egipto, relatada en el libro bíblico del Éxodo. El pueblo judío ve en el relato de la salida de Egipto como el hito que marca el nacimiento del
pueblo como tal el comienzo
de una experiencia cercana con Dios. La festividad
dura siete días
(ocho en la Diáspora), y durante la misma está prohibida
la ingestión de alimentos derivados de cereales (trigo, cebada,
centeno, avena y espelta) fermentados,
llamados en hebreo JAMETZ (la raíz de la palabra indica fermentación). En su lugar,
durante la festividad
se acostumbra a comer MATZÁ o pan
ácimo. Según la tradición, el pueblo judío salió de Egipto con mucha
prisa y sin tiempo de prepararse,
por lo que no hubo tiempo para dejar leudar el pan para el camino,
y de
esta creencia deriva la prohibición
de ingerir Jametz. Durante la primera noche de la festividad
(las
dos
primeras
en
la
Diáspora) se acostumbra a llevar a cabo una tradicional cena llamada
SÉDER (= cena) durante
la cual se relata la historia
de la salida de Egipto o la HAGGADAH, utilizando himnos y
símbolos propios de la festividad: el vino, el MATZÁ (pan ácimo), el KARPÁS (hierbas amargas) y el MAROR (preparado color rojizo). «Y este día os será memorable y lo celebraréis como fiesta al Señor; lo celebraréis por todas vuestras
generaciones como ordenanza perpetua» (Éxodo 12:8).
ü LA FIESTA DE
LAS SEMANAS – SHAVUOT
La festividad de SHAVUOT (= semana) ocurre exactamente 7 semanas después del segundo día de Pésaj y conmemora la entrega de la Torah por parte de Dios a Moisés, en
el Monte Sinaí, luego de la salida de Egipto.
La festividad también tiene un significado agrícola:
corresponde a la época del
año en la que –en Israel en particular y
en el hemisferio norte en general–
se recogen los primeros
frutos de las cosechas, por lo cual también
es llamada la FIESTA DE LAS PRIMICIAS o FIESTA DE LAS
COSECHAS. Antiguamente, la ofrenda que se llevaba al Templo de Jerusalén consistía
justam ente de las primicias. Durante
la festividad se acostumbra a comer
lácteos, acompañados por las
siete
especias características de
Israel.
Los
judíos acostumbran pasar la primera noche entera despiertos en la sinagoga estudiando Torah.
ü LA FIESTA DE
LOS
TABERNÁCULOS – SUCOT
La festividad de SUCOT (= cabañas o
tabernáculos),
llamada también «FIESTA DE LAS CABAÑAS» o «FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS», se celebra a lo largo de 7 días, del 15 al 22 de Tishrei, y 8 días fuera de Israel, en la diáspora judía. Es una
festividad de origen bíblico, que conmemora las aventuras
del pueblo hebreo durante su caminar por el desierto, y la
precariedad de sus condiciones materiales simbolizada por el
precepto de morar en una cabaña provisoria
o sucá, luego de la salida de la esclavitud en Egipto: «A los quince días de este
mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos a Dios
por siete días» (Levítico 23:34).Es considerada una de las festividades más importantes del
judaísmo, al ser una de
las tres peregrinaciones, junto a las
de Pésaj y Shavuot, en las que se acostumbraba peregrinar a Jerusalén, en épocas
en que el Templo de Jerusalén aun existía.
Las festividades menores son:
ü FIESTA DE
LAS LUMINARIAS – JÁNUCA
JÁNUCA (= candelabro),
llamada "la Fiesta de las Luminarias", es una festividad judía que
se celebra durante
ocho días (del 25 de kislev al 2 de tevet), y en la que se conmemora la
derrota del yugo del Imperio Griego y la recuperación de la
independencia
judía a manos de los Macabeos, y la posterior
purificación del Templo de Jerusalén de los íconos paganos. Un grupo de judíos conocido como los
macabeos (por su líder JUDAS MACABEO), comenzaron a
rebelarse contra los soldados griegos,
ya que
se negaban a
hacer actos
que iban en contra de su propia religión. Tuvieron una lucha difícil, y eran una minoría
luchando contra el ejército griego, sin embargo sus estrategias, su decisión y fe les llevaron a
lo que es el milagro de JÁNUCA, ganar pocos contra muchos: una guerrilla contra el ejército
más
poderoso conocido hasta entonces.
Cuando ganan la guerra a un imperio griego bastante agotado, los macabeos regresan
a Jerusalén al Santo Templo y la encuentran profanada, ellos encuentran la menorá (un candelabro de siete brazos) apagado,
y aceite ritualmente puro, suficiente solamente
para encenderlo un sólo día. Tardaron
ocho días en tener listo
más aceite
y
sin
embargo ese poco aceite que tenían mantuvo
prendido la MENORÁH
durante los ocho días hasta que tuvieron
más aceite. Esto se conoce como el “milagro del candelabro”, que ardió durante ocho días consecutivos con una mínima cantidad de aceite y
que es símbolo de esta fiesta.
La historia de los macabeos
puede leerse en
los libros deuterocanónicos:
1ª y 2ª Macabeos.
Durante esta festividad se prende una JANUQUIÁ o candelabro de ocho brazos con uno mayor. En la primera noche únicamente se prende el brazo mayor (en el centro) y una vela, y cada noche se va aumentando una vela, hasta el último día
en
el
que
todo
el
candelabro se enciende completo,
conmemorando el milagro de que el aceite
duró ocho días. Es costumbre que los niños jueguen con un SEVIVON o DREIDEL, el cual
es un
tipo de perinola. Esta perinola
de Jánuca tiene cuatro caras, cada una de ellas con una letra en hebreo: נ (Nun), ג (Guímel), ה (He) y ש (Shin) o פ (Pe). Las cuatro letras son las siglas
de NES GADOL HAIA SHAM, lo que quiere decir: «Un gran milagro ocurrió
allá». Cuando se celebra en Israel la cuarta
letra es פ (Pe) en vez de ש
(Shin), formando la frase NES GADOL HAIA PO: «Un gran milagro ocurrió aquí». También se acostumbra comer LEVIVOT
y SUFGANIOT, tortas de patata y bolitas de masa rellenas de mermelada.
ü FIESTA DE
LA SUERTE – PURIM
La fiesta de PURIM (= echar suertes) se celebra anualmente el 14 del mes judío de
Adar (Jueves 8 de marzo por la noche y Viernes 9 de marzo por la mañana)
en conmemoración del milagro relatado en el Libro de Ester en el que los judíos
se salvaron de ser
aniquilados bajo el mandato del rey persa Jerjes
I, alrededor del 450 a. C. A pesar de que Purim es considerado uno de los días
más alegres del calendario hebreo, los judíos
tienen la obligación de ayunar y orar en la víspera, en recuerdo
de los judíos persas que ayunaron
y oraron a Dios para que les salvara del inminente conflicto que los llevaría a su aniquilación y exterminio por parte
de Hamán y sus seguidores del numeroso ejército del Imperio Persa.
El poderoso Imperio
Persa (539‐333 a.C.) se “echó la suerte” para determinar el día en que se exterminaría a
todos
los
judíos
del
reino, dispersos en
sus
127
regiones: «Un pueblo
disgregado y disperso en el mundo, que no cumple la ley del rey...» fueron mas o menos las
palabras del rey de turno. Era un hombre que todo lo tenia. Poder, honor, riquezas...
pero algo le faltaba: mientras todos los habitantes de Shushan la ciudad capital del reino lo reverenciaban y le rendían pleitesía, y en silencio
se sometían a cuanto vejamen el déspota
decidía, hubo un judío, tan solo uno, que no lo hacía:
MORDEJAI HALCHUDI. Mordejai, un judío en
el exilio, integrante del cuerpo social de una nación hebrea alejada de sus fuentes
y dispersa en su espíritu, no olvidaba sus tradiciones
ni su fe. El rey persa envía al malvado
gobernador HAMAN a solucionar el “problema hebreo”, simbolizado por Mordejai que se negaba a arrodillarse delante de él.
En PURIM se lee la Meguilá (= Rollo o Libro de
Ester). Esta lectura se realiza a gran
velocidad, y los que escuchan deben hacer ruido con matracas
u otros elementos en el momento de pronunciarse el nombre de Hamán, para que dicho nombre
sea borrado. Esto logra hacer participar también a los niños. Tras el ayuno, se hace un gran banquete en el que se acostumbra a
beber vino y recitar
cánticos, entre ellos suele recitarse la plegaria conocida como Shoshanat
Ya'akov, que ha sido grabada por muchos cantantes
judíos de Israel y la
Diáspora. Asimismo,
es obligación enviar regalos a los amigos y dar caridad a los pobres y también
se acostumbra a disfrazar a los niños pequeños. Para Purim se preparan dulces especiales, llamados "Orejas de Hamán". Los varones están autorizados
para tomar vino hasta el nivel de "confundir los nombres de Hamán y Mordejai", es decir, hasta emborracharse.
Las semi‐festividades
son: LAG BAOMER y TU B'SHEVAT. Las
conmemoraciones
modernas
consideran también el DÍA DEL
HOLOCAUSTO, el DÍA DE
LA INDEPENDENCIA y el DÍA DE
JERUSALÉN.
EL SIONISMO
Expresión derivada de SIÓN, que es uno de los montes de Jerusalén,
el cual se convirtió
en el símbolo de Israel. El Sionismo
representa la idea esencial del retorno del pueblo judío, diseminado
por todo el mundo, a la tierra de Israel. Aún con la existencia de una diáspora, que comenzó con la expulsión del pueblo hebreo en la época del imperio babilónico, el vínculo físico entre los judíos y la
Tierra de Israel no se interrumpió en el transcurso de las generaciones. El Sionismo como movimiento
político‐social comienza en 1897 por iniciativa
e impulso del escritor Teodoro Herzl, quien impactado
por el affaire Dreyfus,
convocó en la ciudad de Basilea,
al Primer Congreso Sionista, dando a conocer al mundo el anhelo del pueblo judío de renovar
su soberanía nacional.
Paralelamente con el desarrollo del sionismo político, prosiguió la obra de los pioneros en la Tierra de Israel quienes se dedicaban fundamentalmente a cultivar la tierra y a levantar poblados,
basados en los principios cooperativos. El antisemitismo imperante en Polonia, Rumania, Hungría,
y otros países europeos
y posteriormente el
holocausto sufrido por el pueblo judío durante la 2ª Guerra Mundial, junto
con
el
ímpetu
del
Movimiento Sionista dieron lugar a
la creación del ESTADO DE ISRAEL, cuya independencia fue declarada
en el año 1948. El Movimiento
Sionista alberga dentro de sí sectores de todo el espectro político que van
desde la izquierda a la derecha; socialistas, liberales, religiosos etc. Su institución máxima está
representada por el Congreso Sionista,
que reúne periódicamente a delegaciones de todo el mundo con los objetivos fomentar la unidad del pueblo judío y ubicar al Estado de Israel
como centro de la vida judía, consolidar al Estado de Israel sobre la base de la visión profética de paz y justicia,
preservar la identidad del pueblo judío
a través de la educación
judía, y defender en todas
partes los derechos de los judíos.
EL JUDAÍSMO EN EL MUNDO
En el año 2001 vivían
en el mundo 13,200,000 judíos,
de los cuales 4.9 millones
residían en Israel (aproximadamente un 37% del total), mientras que los restantes 8.3 millones lo hacen en la diáspora, el nombre
dado por los judíos a la comunidad judía fuera de Israel. Estas cifran coinciden con las del "The
Jewish Population of the World" (cuya fuente es a su vez la "American Jewish Committee"), por lo que
es probable que 13 millones sea la cifra correcta
de judíos en el mundo.
La mayor concentración de población judía se encuentra en Israel. La mayor ciudad del mundo judío es el Gush Dan o el Gran Tel‐Aviv, con 2,5 millones, a la que siguen Nueva York, con 1,9 millones; Haifa, con 655.000;
Los Angeles, con 621.000; Jerusalén, con 570.000, y el sudeste
de Florida, con
514.000 judíos (datos todos del 2001). La población judía en la Argentina es la sexta más grande del
mundo fuera de Israel y la más grande de América Latina. Al año 2006 se estimaba una población
de alrededor de 233.000 judíos.
2000 por Paya Frank
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